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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Farsa en Moscú

El regreso de Putin a la presidencia escenifica la imparable degradación de la política rusa

Vladímir Putin seguirá al frente de Rusia durante un futuro previsiblemente muy largo, quizá 12 años. La farsa política se ha consumado en el congreso del partido gobernante y el actual primer ministro acepta regresar al todopoderoso cargo de presidente de la nación en las elecciones de marzo próximo, tras poner fin a meses de especulación que ha mantenido paralizada la pesada maquinaria burocrática rusa. Especulación relativa, puesto que todos parecían saber, según muestran las encuestas, que Putin se disponía a recuperar el puesto que prestó durante unos años a su protegido Dmitri Medvédev, solo porque la Constitución le impedía un tercer mandato consecutivo.

La restauración de Putin en la presidencia será a la postre simbólica, puesto que nunca ha dejado escapar el poder real. Durante los años que ha permanecido teóricamente a las órdenes del presidente Medvédev, el indisputado hombre fuerte de Rusia ha mantenido consigo los resortes de que disponía en el Kremlin. Medvédev, que por decisión de Putin se hará cargo de la jefatura del Gobierno tras las elecciones parlamentarias del 4 de diciembre (tan conocido resulta su desenlace), nunca ha sido en este tiempo otra cosa que el rostro amable y pretendidamente liberal de una Rusia que nunca ha existido. El anuncio de este fin de semana en Moscú confirma lo que Putin ha hecho evidente durante su largo mandato: que la competición política ha sido sustituida por una simulación cuidadosamente coreografiada por el Kremlin. Resulta paradigmático el reciente caso del partido Causa Justa, creado por el poder como una alternativa a la silenciada oposición liberal, y cuyo millonario, iluso y dimitido líder llegó a creer que podía tener agenda e ideas propias.

En ausencia de una lucha abierta y limpia por la representación ciudadana, el Kremlin imita y manipula los ritos externos de la democracia. El impresentable apaño escenificado en el congreso de Rusia Unida emite un inequívoco mensaje que liquida las esperanzas liberalizadoras. Medvédev ha resultado ser un presidente inane, pero hace cuatro años, al denunciar el "nihilismo legal" de Rusia y su "eterna corrupción", alentó expectativas sobre un cambio que alejara al gran país del poder autoritario, la debilidad institucional y un creciente y tóxico nacionalismo. La vuelta de Putin a la presidencia devuelve el juego a la casilla cero.

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