_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fracaso en Kosovo

La separación puede sentar un peligroso precedente para otros territorios en Europa

La fecha fatídica pasó ayer, como era de esperar, sin que la troika (EE UU, Rusia y UE) hubiera logrado acercar las posiciones de Belgrado y Pristina tras 120 días de negociaciones, lo que hace inevitable la independencia de Kosovo. Era difícil reconciliar los deseos de una población en su mayoría albanokosovar con el valor histórico de esta tierra para Serbia, de la que formalmente aún es provincia. Pero ambos pesan y seguirán pesando.

La independencia de Kosovo es un fracaso en varios sentidos. La OTAN no hizo una guerra en 1999 para conseguirla, sino para evitar un desastre humanitario. La independencia puede interpretarse como que la violencia paga, para compensar el sufrimiento de una población castigada o para premiar el levantamiento de un movimiento guerrillero como el Ejército de Liberación de Kosovo, de Thaçi, reconvertido ganador de las elecciones y próximo primer ministro kosovar.

Más información
La UE abre la vía para que Kosovo sea un Estado independiente
Europa abre la vía a un nuevo Estado
Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Además, Kosovo no va a ser un Estado funcional, sino que en la práctica va a seguir siendo durante mucho tiempo un territorio bajo protectorado y financiación de la Unión Europea. Y todo ello sin, previsiblemente, el aval del Consejo de Seguridad de la ONU dada la oposición rusa a una independencia ni siquiera "bajo supervisión internacional", como proclama el plan Ahtisaari impulsado desde la propia ONU. Más allá de sus vínculos históricos, Moscú teme que se cree un precedente para otros territorios. Y Chipre, miembro de la UE, que un paso así sin Resolución del Consejo de Seguridad aliente la independencia de la parte de su isla en manos de los turcochipriotas.

Junto a Chipre, Grecia y Rumania (con su minoría húngara), España, debido a sus propios problemas internos, está entre los que más se han resistido a esta independencia, pero también a quedarse en esta compañía, por lo que busca un consenso. No debe ser de los primeros en reconocer el nuevo Estado, pero parece inevitable que acabe haciéndolo, más aún cuando tiene soldados destacados entre los 16.000 de la OTAN. Si algo han de cumplir estas fuerzas, en línea con el plan Ahtisaari, es garantizar la seguridad de la minoría serbia en el norte del país y evitar una nueva secesión, esta vez de una zona de Kosovo, que podría alentar un estallido en Bosnia.

Dada la inevitabilidad de la independencia de Kosovo, de lo que se trata ahora es de gestionar el proceso de la mejor manera, e ir, como se trató ayer en Bruselas, a un proceso coordinado de independencia y reconocimiento con la UE y Estados Unidos para mayo, aunque los de Pristina no están dispuestos a aguardar tanto. Sí, parece, a esperar que pasen las elecciones presidenciales en Serbia del 20 de enero. Pero no mucho más allá. Ése, sin embargo, no será el fin de esta historia. En algún momento, la realidad geográfica y económica -y hoy Kosovo depende del comercio y la electricidad de Serbia- obligará a serbios y kosovares a reencontrarse un día. ¿En la UE?

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_