_
_
_
_
_
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Fukushima no es Chernóbil

Desde Japón hasta Francia, pasando por la Organización Mundial de la Salud, se empeñan en dejar alto y claro que Fukushima no es Chernóbil y está claro que no lo es. Demos unas cuantas razones fuera de los convencionalismos impuestos.

En 1986 la antigua Unión Soviética estaba en el ojo del huracán. Se cargaban sin ambages las tintas en todo lo que supusiera debilitarla. La muerte del último duro del Kremlin, Leónidas Bréznev, fue aprovechada hasta la saciedad por Occidente: primero Afganistán y el boicot a los Juegos Olímpicos de 1980, luego la puntilla, el accidente de Chernóbil. Recordemos los hechos; el 26 de abril de 1986, los detectores de media Europa recibían dosis altas de elementos radiactivos de origen desconocido: unas horas después, la Unión Soviética confirma que un reactor de los cuatro de que tiene Chenóbil ha estallado. A continuación, comienza una información detallada de vientos y nubes radiactivas y se dan todo lujo de detalles.

Más información
La apuesta nuclear de Ucrania sigue pese a Chernóbil y Fukushima
Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Parece que en Japón no hay vientos y los países limítrofes se limitan a repetir la consigna impuesta: "No pasa nada"; tampoco parece que los núcleos se estén fundiendo y las explosiones no son más que sobrepresiones del edificio de contención. Efectivamente, Fukushima no es Chernóbil.- Francisco Javier España. La Navata-Galapagar, Madrid.

El desastre de Fukushima ha demostrado demasiadas cosas de golpe: que la seguridad no es total, que nuestro conocimiento no es absoluto, que no se controlan verdaderamente todas las variables, que la tecnología no es omnipotente... y que se nos manipuló cuando se nos pedía que confiásemos en su dominio de la materia y se afirmaba que la desconfianza instintiva hacia la energía nuclear era producto de la ignorancia. Se nos decía que "sabían lo que hacían", pero resulta que ahora se deben revisar todos los sistemas de seguridad de las centrales nucleares, revisar lo que se afirmaba que estaba absolutamente establecido con total rotundidad.

¿Acaso Japón no contaba con la tecnología nuclear más alta? ¿Acaso sus ciudadanos no confiaron en que los técnicos nucleares japoneses "sabían lo que hacían" al instalar centrales nucleares en zona de confluencia de placas tectónicas? ¿Acaso no saben los geólogos y sismólogos que en última instancia y a pesar de la estadística, en cualquier zona, cualquiera, se puede dar un acontecimiento sísmico? Estamos jugando con cosas que no tienen repuesto; es un juego perverso porque hay quien se beneficia calculadamente de ello. Es el sentido común más básico el que se debería haber impuesto a la pretenciosa voluntad humana de dominio de la naturaleza y conocimiento absoluto. Aún hay un camino constructivo, la quimera de un modelo social nuevo con una drástica y puede que dramática reducción del consumo energético; algo en principio muy "impopular", y me temo que ningún político antepondrá los intereses colectivos sociales a los partidistas y cortoplacistas de su mandato. La contradicción es antagónica.-Ernesto Aranda. Madrid

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_