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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Hijos, ¿quién los quiere?

Los españoles siguen empeñados en no tener hijos. Cada año nacen menos niños que en el ejercicio anterior. Esto viene ocurriendo desde que se agudizó la crisis, en 2009, y ni siquiera los inmigrantes, más prolíficos que la media, vienen ahora al rescate. Los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE) dicen que en el primer semestre de 2011 nacieron en España 230.537 bebés, un 1,1% menos que en el mismo periodo del año anterior. Todavía hay más nacimientos que defunciones, pero el freno a la inmigración por la falta de oportunidades que ofrece la economía española se teme que ya repercutió el pasado año en el cómputo global de habitantes y que empezó a decaer, algo que el INE ya tiene previsto.

Pero volviendo al asunto de la natalidad, lo cierto es que España sigue batiendo récords. Hace treinta años, coincidiendo con la llegada de la democracia, los españoles empezaron a reducir drásticamente su ritmo de reproducción, situándolo

por debajo de la tasa de reposición (2,1) y ahí siguen. Con menos de 2,1 hijos por mujer no se puede garantizar la población de un país.

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Aunque hubo tiempos peores, la tasa de fecundidad española se sitúa ahora en 1,38, por debajo de la media europea (1,59). Eso, unido a que ya no vienen e incluso se están yendo tantos inmigrantes, dará probablemente el resultado de que el número de habitantes (47,1 millones) que había en enero de 2011 sea el pico del que se caerá en picado. Y eso, según se mire, no es mala noticia habida cuenta de que somos ya muchos en el planeta (7.000 millones) y que Europa sigue siendo una de las zonas del mundo de mayor densidad demográfica.

Pero también esto puede empezar a cambiar. En Alemania, donde tener un hijo también supone una rémora para la carrera profesional de la madre, la fecundidad está igualmente por los suelos (1,4), lo que amenaza su tamaño demográfico (el primero de Europa). De los grandes, solo Francia, con políticas de apoyo a las familias, está frenando la caída. Su tasa de fecundidad (2,01) garantiza a duras penas la reposición de la población, pero, de momento, deja a salvo la grandeur del país.

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