Indiferencia
Birmania es un país tranquilo y amable, con gente maravillosa que sobrevive dignamente sin perder nunca la sonrisa. Sus monjes son omnipresentes y transmiten una austera espiritualidad que nada tiene que ver con nuestro católico boato. Pero en Birmania no hay supuestas armas de destrucción masiva, ni siquiera se sospecha que amenazantes terroristas pudieran estar escondidos en sus frondosos bosques, no tienen previsto introducir la asignatura de Educación para la Ciudadanía en sus programas escolares.
Quizás por ello, su pacífica lucha por la democracia no parece provocar reacción alguna en los poderes fácticos de la esfera internacional. ¿Dónde está la Iglesia? ¿Dónde la presión de la UE para que China deje de apoyar a una junta militar ilegítima? ¿Las tropas americanas? Ésta sí que es una buena causa.