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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Inmobiliaria RTVE

La televisión pública, complicada en un vasto plan urbanístico, se pierde en estériles desmentidos

La venta de las propiedades inmobiliarias de RTVE es una operación económica de gran envergadura de la que depende en parte la estabilidad económica del ente público durante los próximos años. La venta de terrenos es la pieza decisiva que contribuirá a que la televisión pública reduzca sus déficit anuales durante los siguientes ejercicios. Esta razón, tan importante para el bolsillo de todos los ciudadanos, que durante decenios han sufragado las cuentas de RTVE, es la que autoriza a exigir que el megaplán inmobiliario se someta a la máxima transparencia y no de pábulo a sospechas de mala gestión pública. La venta de los 200.000 metros cuadrados de RTVE tiene un impacto considerable en el mercado. Se trata de una gran cantidad de suelo que, por las circunstancias especiales de las parcelas, implicará canjes, recalificaciones y otras operaciones delicadas que requieren de la máxima claridad para alejar cualquier sospecha de irregularidad.

No es un buen comienzo que Luis Fernández, el presidente de RTVE, haya elegido directamente a Pedro Pablo Mansilla, ex director general de Prisiones con el Gobierno del PSOE hasta 1994 y hoy promotor inmobiliario, como la persona indicada para dirigir la venta. Hubiera resultado más adecuado encargar tan delicada tarea a organismos públicos capacitados para llevarla a cabo; o adjudicar la dirección del plan después de un proceso razonable de selección de candidatos.

Los responsables de RTVE tienen por delante la titánica tarea de transformar unas cuentas ruinosas en otras equilibradas que, al menos, no produzcan déficit exorbitantes año tras año. Esta noble encomienda y la no menos destacada de elaborar una programación atractiva deberían ocupar todos sus esfuerzos. Así pues, no se entiende que RTVE gaste tiempo de sus telediarios, unos preciosos cuatro minutos en las ediciones más importantes del día, en cuestionar aspectos parciales de una información publicada por EL PAÍS sobre un acuerdo de RTVE con Mediapro y en difundir la falsedad evidente de que este diario se había negado a publicar una carta de rectificación respecto a dicha información. Si el tiempo en televisión es dinero, a RTVE le salieron muy caros unos desmentidos desproporcionados y estériles. Demasiado caros para las enflaquecidas cuentas de RTVE.

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