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Izquierda, democracia y votos

Las recientes elecciones legislativas, contra lo que viene diciéndose, no han significado un batacazo para Izquierda Unida (IU), sino un descalabro para la propia democracia, especialmente necesitada de legitimación y juego limpio en el momento del voto, clave del ejercicio de la soberanía nacional. Que los dos escaños de IU hayan costado casi medio millón de votos cada uno es un fenómeno que no puede tolerar nuestra democracia, pivotada por dos partidos a los que cada diputado le ha salido por siete veces menos: 65.471 votos por escaño los socialistas y 66.405 los populares.

El creciente bipartidismo, no sólo político, sino también mediático a la hora de los análisis electorales, atribuye a las guerras internas de IU -que existen en todos los partidos- o carga sobre la espalda de Gaspar Llamazares la responsabilidad de un fracaso previamente promovido por los dos grandes protagonistas del 9-M. Sobre todo, mediante la negativa del PSOE y el PP a reformar unas normas electorales, ya "provisionales" en marzo de 1977, que atentan contra los "criterios de representación proporcional" establecidos constitucionalmente como fruto del consenso, con la oposición del ponente de Alianza Popular, Manuel Fraga, que abogaba por el sistema mayoritario.

Aumentar de 350 a 400 el número de diputados promovería el pluralismo
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Es curioso que el PSOE actual, heredero de los políticos que lograron introducir en la Constitución el criterio electoral proporcional, hasta ahora no haya estado a favor de profundizar en esa línea. La realidad es que a los dos grandes partidos no les interesa esa proporcionalidad; de ahí que es la ocasión de comprobar si desde el poder se actúa por simple egoísmo político, para conservarlo, o se es capaz de moverse en favor de la ampliación de la democracia. La izquierda democrática necesita implantar un voto más igualitario y proporcional, exigencia que no existe en los conservadores, en este punto más coherentes con los constituyentes de la derecha y el centro.

El nuevo Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero debe tomar la iniciativa de acometer inmediatamente una reforma electoral que nos haga avanzar en calidad democrática a partir de los próximos comicios. La fórmula ya la expuso el 13 de noviembre de 2007 en estas mismas páginas el ponente constitucional socialista Gregorio Peces-Barba: añadir a los 350 diputados actuales, 50 diputados más -la Constitución prevé hasta 400- que se reclutarían "en una única circunscripción nacional, que recogería todos los votos que en las circunscripciones provinciales no hubieran sido aprovechados para elegir un diputado".

La reforma, además de democratizar más el sufragio universal, promovería sin duda el pluralismo político, consagrado constitucionalmente como uno de los cuatro valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico, con la libertad, la justicia y la igualdad. Zapatero ha desarrollado estos últimos valores en la anterior legislatura, en la que por cierto no le ha ido mal con el apoyo recibido de varias minorías parlamentarias y muy especialmente IU. En cambio, el espectro del bipartidismo que se avizora no presagia muchos avances de los valores democráticos.

El PSOE ha contribuido a plantear una campaña electoral a dos únicas bandas, a lo que se ha añadido la propagación del miedo, desde las filas socialistas, a una eventual victoria del PP si los electores de izquierda no acudían al socorrido "voto útil"... útil para el PSOE. Por supuesto que también los electores tienen responsabilidad en los escasos resultados de IU, que ha bajado de los 1.284.081 votos de 2004 a los 961.794 del 9-M.

A diferencia de la derecha, que vota sin fisuras al PP, para que recupere el poder que cree que le pertenece, los ciudadanos de izquierda tienen a veces el corazón partío. Conozco varias decenas de votantes, muchos de ellos rojos convictos -no daré nombres- que han confesado su preferencia por IU (ley de plazos para el aborto, laicismo ya, inmigración sin complejos, memoria histórica...), pero han terminado por votar "esta vez" al PSOE, para cerrar el paso al PP. Ahora lamentan el fracaso de IU y analizan sus causas...

El resultado es que para la próxima legislatura el PSOE se ha quedado prácticamente sin referente por la izquierda, lo cual para los sectores más izquierdistas del propio partido -entre ellos muchas mujeres que no soportan el incumplimiento de la promesa de ampliar el aborto- significa el riesgo de que no se avancen pasos en esa dirección, sino que Zapatero resulte tentado por las alianzas con los nacionalistas o incluso, en situación extrema, con su colega de campaña. Por lo pronto, el PSOE parece contento con haber engordado sus resultados con votos prestados.

Menos mal que Zapatero ha prometido corregir errores cometidos durante la anterior legislatura. ¿Será uno de ellos el de no reformar la legislación electoral, y acometerá ahora esa asignatura pendiente para demostrar su voluntad de profundizar en la democracia? Sería meritorio, porque ahora casi nadie le va a pedir en el Parlamento una iniciativa como ésa.

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