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Entrevista:TRES VUELTAS DE TUERCA (1968-1989-2000) /1

PAUL JOHNSON, ESCRITOR: "En el 68 está la crisis del sistema educativo"

Paul Johnson vive desde siempre en una casa de Notting Hill provista de jardín y silencio, uno de esos lugares que demuestran por qué Londres es un lugar ideal para el trabajo. En su estudio, en lugar muy visible, fotos del trío que cambió el mundo: Thatcher, Reagan, Wojtyla. En el fondo del jardín, una casita de madera donde el escritor pinta bajo la dulce disciplina de una virgen de Renni.Pregunta. ¿Dónde estaba usted en 1968?

Respuesta. En París. Había ido a dar unas conferencias sobre la guerra de Vietnam. De repente empezó todo y me olvidé de Vietnam y me puse a escribir sobre lo que estaba pasando. Completamente fascinado por lo que estaba pasando.

P. ¿Qué creyó que pasaba?

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R. Una revolución. Una revolución como en los libros.

P. ¿Había previsto algo así?

R. No; ni yo ni casi nadie. Una inmensa sombra planeaba sobre la sociedad. Pero nadie se había fijado. Eso pensaba entonces, y así lo escribí. Hasta que el paso del tiempo me hizo caer en la cuenta de mi error.

P. No había sido una revolución.

R. ¡Nada de eso! Los estudiantes querían el poder para ejercer inmediatamente de profesores y ahorrarse así los pasos intermedios: el estudio, el trabajo, es decir, la condición de la vida. El 68 atacó la base de las universidades, y sus consecuencias aún las estamos pagando. En el 68 está la crisis profunda de nuestra sistema educativo. Todo lo grotesco que sucedió entonces tiene la misma raíz. Jean Louis Barrault, el responsable de la Comédie, empezó aplaudiendo a los estudiantes; hasta que se dio cuenta de que venían a quemarle el teatro. El 68 ofrece, visto desde ahora, una pintoresca colección de capitalistas y banqueros. Los activistas han acabado ejerciendo de ricos, de muy ricos.

P. Aparentemente eso se da en todas las generaciones.

R. No. No conozco ninguna generación que presente un grupo tan impresionante de banqueros con pasado revolucionario.

P. Hay otros 68: Praga.

R. Ése fue el real. El de París nos engañó con su virtualidad. Pero en Checoslovaquia se estaban jugando asuntos reales: la democracia o la tiranía.

P. Otro: los Estados Unidos del peace and love.

R. Estados Unidos es un país inmenso, gigantesco, que desde siempre ha atraído a gentes muy extremas. Es tan grande e increíble que puede acomodar a todos: incluso a los hippies y a los beats. La imagen reducida, simbólica, de esto que le digo es Nueva York. Siéntese y observe la calle: verá pasar en pocos minutos a la gente más extraodinaria que haya visto nunca. ¡Verá pasar una gran cantidad de gente hablando sola! La mayoría de los norteamericanos son gente con una moral muy sencilla que nada tienen que ver con todo eso. Y que tampoco tenían que ver entonces. En fin, fue una época demasiado optimista.

P. El desarrollo histórico necesita hombres optimistas. Usted mismo lo ha escrito.

R. Entonces diga "ilusa". La gente imaginaba entonces que la prosperidad no tendría fin. A nadie con sentido común le gustaría repetir hoy la experiencia. En los setenta la factura se pagó. Y en los ochenta entramos, por fortuna, en el realismo de Reagan y Thatcher. Esta combinación fue decisiva. Yo le escribí a Thatcher cuando Reagan llegó al poder: "Tienes que hacerte amiga de este hombre". Lo hizo. Los sesenta dieron una sociedad permisiva, los ochenta dieron una sociedad libre.

P. ¿Dónde le pilló el 89?

R. En mi casa, escribiendo libros. Cuando era pequeño, todos los domingos rezábamos tres avemarías para la salvación de Rusia. Fueron muchas avemarías. Y no pasaba nada. A Dios no se le puede meter prisa. Hay un viejo refrán inglés: "Los molinos de Dios se mueven muy despacio, pero muelen muy fino". El día de Navidad, después de la caída de Ceaucescu, escuché en la radio las campanas de todas las iglesias de Bucarest. Era la primera vez en 50 años que sonaban esas campanas. Las campanas tienen uno de los sonidos más hermosos de la civilización.

P. ¿El sistema cayó o hubo que empujarlo?

R. A Reagan y a Thatcher hay que añadir Wojtyla. Los tres ayudaron, junto con Gorbachov. Aunque Gorbachov falló porque pensaba que el comunismo podía reformarse. No se puede. El comunismo es hasta tal punto una totalidad que cualquier intento de reforma lo destruye. Hubo revolución en Polonia, porque los polacos son muy buenos revolucionarios. Pero no puede decirse que el 1989 haya sido una revolución en el sentido al que estamos acostumbrados. Tampoco hubo una revolución en España. Aunque eso fue gracias a Franco, que preparó con mucha inteligencia la sucesión, a partir de la creación de una clase media muy sólida. Franco fue un hombre extraodinario.

P. Sí, eso dicen.

P. Uno de los hombres más inteligentes del siglo XX. Algún día la población española colocará a Franco en el lugar que merece.

P. En Rusia...

R. Rusia es una de las grandes tragedias de la humanidad. Son gente buena, paciente, buenos cristianos. Pero siempre han sido maltratados. Da igual quién los mande. Me pregunto cuándo Dios se va a acordar de Rusia.

P. ¿Cree usted en los carácteres colectivos?

R. Explican algunas cosas del pasado. Pero, desde luego, no sirven para el presente. El rasgo distintivo de nuestra época es la mezcla. Antes le hablaba del espectáculo increíble de Nueva York. Pero todas las sociedades modernas, tal vez con la excepción de Japón, son mestizas. Y hasta en Japón están empezando a cambiar.

P. ¿Cuál le parece que es la principal conclusión política de esto?

R. Una, importantísima. La principal razón por la que los hombres deciden vivir juntos, la razón de ese pacto vital y político, es la Ley y la Constitución, y ya no la Raza, el Territorio o la Lengua. Me parece trascendental. El mestizaje es la base del gran éxito americano. Ahora hay que ver si funcionará en otro tipo de sociedades como la brasileña, que es una auténtica piedra de toque en este asunto.

P. El siglo parece acabar menos en un apocalipsis que entre la esperanza.

R. Sí. He vivido la mayor parte de este siglo, un siglo horrible y sanguinario. Pero al final es verdad que se puede decir que hemos sobrevivido al exterminio. En el siglo XX el hombre ha aprendido mucho sobre el arte de gobernar. La democracia se ha extendido. El bienestar se ha extendido. Piense en lo que eran países como el Reino Unido, Italia o España. España... Estuve en los años cincuenta, durante un largo viaje. La pobreza era espantosa, inimaginable. En Occidente se ha acabado con esa pobreza colectiva. La seguridad social se ha extendido a toda la población. El Tercer Mundo ha mejorado.

P. Hay estadísticas que indican que la desigualdad entre los países ha aumentado.

R. No, no es cierto. Yo viajo mucho. Lentamente, y con muchas dificultades, pero también el Tercer Mundo se acerca a un nivel de vida estandar.

P. África.

R. Ah, no. África es la excepción. La culpa de África es de África. De sus Gobiernos corruptos e ineficaces.

P. Resulta extraño pensar que en África no existan hombres generosos, nobles y competentes.

R. Existen, pero no gobiernan. Emigran o mueren. El colonialismo hizo un buen trabajo en África.

P. Otros dicen que hizo el trabajo necesario para que hayamos llegado a esta situación.

R. Lo que hicieron mal las potencias fue irse. E irse de la forma en que se fueron. Con África no hay nada más que hacer que esperar al tiempo. Al paso del tiempo. El tiempo siempre resulta ser un aliado del buen gobierno.

P. ¿Entre los balances positivos del siglo incluye el periodismo?

R. Descuente los últimos años. El periodismo de ahora es menos serio, menos responsable y mucho peor que el de hace 20 o 30 años. En casi todos los países. Han bajado los niveles de educación y ha aumentado la competencia entre los periódicos. Es un círculo infernal del que la principal víctima es el periodismo.

P. ¿Qué hay que hacer?

R. Simple: decir la verdad. Lo que tienen que hacer los periodistas es reconquistar la verdad.

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