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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre Joan Peiró

En el artículo que el historiador Julián Casanova publicó el 23 de octubre sobre Joan Peiró, se afirma que el dirigente anarcosindicalista comenzó su militancia en una fábrica de vidrio de Mataró. Lo cierto es que el futuro ministro de la República, nacido en 1887 en una modesta barriada de Barcelona, inició su militancia en la ciudad de Badalona, a la que se trasladó de joven y en la que permanecería 15 años. Así, en la voluminosa y documentadísima Enciclopedia Histórica del Anarquismo Español, de Miguel Ibáñez, se puede leer: "Su militancia es ya firme desde 1906". De otra manera no se explicaría que en 1912 fuera elegido secretario del Comité Nacional de Obreros Vidrieros, Cristaleros y Similares de España.

Peiró no empezó a trabajar en la Cooperativa de Obreros Vidrieros de Mataró hasta 1922, ciudad en la que durante mi niñez tuve ocasión de verle asiduamente debido a la circunstancia de que mi padre, Juan Saña, trabajaba también allí y era, además, íntimo amigo y compañero de ideas suyo. El recuerdo que guardo de su persona es el de que era la encarnación de la bondad, un rasgo de carácter que transmitió a su hijo José, a quien tuve el placer de tratar a fondo en su exilio de París.

La interpretación que el señor Casanova hace de la trayectoria ideológica, humana y moral de Peiró es esencialmente correcta y coincide grosso modo con lo que yo mismo he escrito sobre él en diversas ocasiones, especialmente en mis libros Biografías obreras y Die libertäre Revolution, pero contiene una omisión o malentendido importante. Me refiero concretamente a su relación con Ángel Pestaña. Si bien es cierto que no rompió con la CNT ni formó parte del Partido Sindicalista, no lo es menos que fue uno de los firmantes del Manifiesto de los Treinta organizado por Pestaña. En cuanto al hecho de que su figura no sea objeto de culto, no merma en absoluto el valor intrínseco tanto de su personalidad humana como del papel clave que jugó en el seno de la Confederación Nacional del Trabajo.

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