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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Lamela y los encantadores

El consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid, Manuel Lamela, ha estado esquiando en Baqueira desde el pasado domingo. Según ha declarado, llevaba 15 años sin disfrutar de un descanso. Sería imperdonable no respetar su reposo, pero más todavía no advertirle contra los encantadores. Pues fueron sin duda los encantadores quienes presentaron en 2005 la denuncia con la que se apresuró a apartar de su puesto al doctor Montes y despachar a los juzgados a su segundo, Arturo Canalda. Éste tampoco lo recuerda, pero es también cosa de los encantadores.

Después de tanto tiempo sin vacaciones, sólo la insidiosa presencia de los encantadores puede explicar que Lamela se tomara unos días coincidiendo con la sentencia exculpatoria del caso Leganés. Y que sus portavoces se confundieran al decir que se encontraba en viaje de trabajo, como dando a entender que el consejero trabaja incluso cuando esquía y restar, así, cualquier mérito a largos años sin asueto. Aunque todos estos prodigios son nada comparados con el de haberle convertido en consejero de Transportes cuando antes lo era de Sanidad. Lamela se arriesga a tener que contestar preguntas sobre las urgencias de un hospital mientras inaugura una cochera.

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Sólo los encantadores pueden haber convencido a Lamela de que diga incongruencias como "no me he escondido" o como "sólo se dimite cuando alguien se equivoca". Un consejero que no estuviera hostigado por los encantadores, ya fuera de Sanidad o de Transportes, advertiría de inmediato que su situación es insostenible, si no por otras razones, al menos por la fatiga acumulada. Tal vez sin los encantadores Lamela no hubiera hecho acusaciones gravísimas contra unos profesionales de la medicina, pero las hizo. Tampoco sería responsable de que, a consecuencia de esas acusaciones, se privara a muchos pacientes de alivio en su agonía, pero lo es. Lamela no debería tolerar que los encantadores le hagan una última jugarreta, obligándole a continuar en su puesto de Transportes e impidiéndole tomar las vacaciones acumuladas de 15 años. Todas juntas.

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