Locura competitiva
Vivimos en un mundo disparatado; en un mundo de absurda locura competitiva. Vivimos tiempos en que si no crecemos al 3% anual, pongamos por caso, nos sentimos fracasados y próximos al desastre.
Seamos sensatos. ¿A qué se supone que venimos cuando arribamos a la vida? ¿Venimos, acaso, a una infinita carrera de obstáculos donde cada día haya que batir nuevos récords para sentirnos triunfadores? ¿O venimos a disfrutar nuestro limitado tiempo lo más amenamente posible?
Tal vez sea porque me estoy haciendo mayor, pero yo no quiero crecer al 3% anual. Yo no quiero competir. Yo no quiero participar en esta disparatada carrera hacia ninguna parte. Yo quiero caminar despacio y disfrutar del paisaje. Quiero sonreír. Quiero vivir. Quiero vivir de y con la naturaleza: sin dañarla, secuestrarla, expoliarla, robarla, agotarla y consumirla. Porque naturaleza soy yo, porque sin ella yo no podría ser.
No quiero participar en este estúpido juego donde siempre ganan los mismos, pero con trampas y destruyendo; donde siempre ganan quienes imponen su ley egoísta, despiadada, manipuladora y absurda.