Malas noticias del imperio

Cabría esperar que en el país más rico del mundo sus ciudadanos fueran los que más y mejor vivieran. Pero eso no solo no es así, sino que según un estudio publicado el pasado día 10 de diciembre por el Centro de Estadística

de la Salud de EE UU, la esperanza de vida de los estadounidenses descendió en el año 2008 con respecto al ejercicio anterior por primera vez desde el pequeño declive de 1993, pues este parámetro pocas veces ha declinado en los países desarrollados desde la II Guerra Mundial.

El hallazgo es sorprendente y quizá lo más sencillo es achacarlo a la crisis actual, pero los expertos consideran que no puede ser la única causa y que también convendrá analizar los efectos de ciertas enfermedades en alza como el alzhéimer, la neumonía, la gripe o la obesidad.

Sea cual sea la razón, el caso es que los estadounidenses pasaron de tener una esperanza de vida de 77,9 años en 2007 a los 77,8, lo que significa 1,2 meses menos. Quizá no es un recorte espectacular, pero los expertos lo consideran significativo.

Ese descenso de la esperanza de vida al nacer, que es un buen indicador de la salud y el bienestar de la gente, arroja alguna otra sorpresa. Por ejemplo, que la mortalidad ha aumentado entre los blancos. Son ellos los que han empeorado los resultados, mientras que los negros en general han visto mejoradas sus condiciones. El rotativo francés Le Monde explicaba recientemente que esas diferencias entre blancos y negros puede deberse a que,

en efecto, la crisis ha castigado con mayor virulencia a las clases medias, que pueden haber perdido en esta crisis una parte importante de los beneficios sociales y sanitarios que tenían mientras que las pobres condiciones de los negros u otras minorías habrían continuado igual de mal.

A la espera de análisis más profundos sobre el fenómeno, lo cierto es que la primera potencia mundial no cuida a sus ciudadanos en la proporción que amerita su elevadísima renta nacional. La renta per cápita sigue siendo la mitad que la de Liechtenstein y en esperanza de vida ocupa el puesto 51º. Por delante están muchos países europeos; entre ellos, España.