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OPINIÓN
Columna
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Mapa electoral vasco

El notable éxito de Bildu en las elecciones municipales del País Vasco ha sido interpretado por los adversarios de su legalización como un culposo movimiento sísmico que habría subvertido un paisaje político sólidamente asentado. Sin embargo, la continuidad predominó sobre la ruptura en la jornada del 22-M: las comparaciones no deben hacerse únicamente con los ocho años de forzada ausencia de las urnas de Batasuna -tras la sentencia ilegalizadora del Supremo de marzo de 2003-, sino sobre la base de toda la historia electoral del País Vasco desde la muerte de Franco. Superado el interregno de interdicción judicial del nacionalismo radical como brazo político de ETA, el mapa municipal vuelve a estar coloreado como antes: las formaciones nacionalistas -PNV y Bildu- predominan en el conjunto de la comunidad autónoma, y también en Vizcaya y en Guipúzcoa. Las autonómicas de 2013 permitirán saber si esa hegemonía se extiende al Parlamento de Vitoria.

Los resultados del 22-M restablecen las relaciones de fuerza anteriores a la ilegalización de Batasuna
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Bildu: motivos de una victoria

Formada por dos partidos legales -Eusko Alkartasuna (EA) y Alternatiba Eraikitzen (AE)- y por independientes encuadrados en el sector presuntamente mayoritario de la izquierda abertzale vinculado a la disuelta Batasuna, la coalición soberanista Bildu fue ilegalizada hace unas semanas por el Supremo pese a su compromiso de seguir las vías democráticas y de rechazar la violencia terrorista. El Constitucional, sin embargo, otorgó amparo a su recurso por insuficiencia de pruebas para demostrar su relación orgánica con ETA y por la conculcación del derecho fundamental a la participación política. Convertida en la segunda fuerza del País Vasco, la coalición del polo soberanista ha obtenido 276.000 sufragios en toda la comunidad autónoma (un 25,45%) y ha sido la más votada (un 34,6%) en Guipúzcoa. Bildu dispone de mayoría absoluta en 74 municipios (algunos tan significativos como Guernica, Bermeo, Ondárroa, Mondragón) y de mayoría relativa en otros 22 (San Sebastián y Tolosa entre ellos).

En las elecciones municipales de 1999, celebradas al calor de la tregua de ETA sangrientamente rota meses después por la banda terrorista, Euskal Herritarrok (EH) -una segunda marca utilizada por Batasuna para la ocasión- logró 228.000 votos en todo el País Vasco (un 20%) y fue la primera fuerza en Guipúzcoa (un 27,5%). Pero la superación cuantitativa por Bildu del techo alcanzado hace 12 años por EH no ha modificado las fronteras políticas interiores del País Vasco. La coalición independentista no ha contado solo -como ocurrió en 1999- con el apoyo de la izquierda abertzale, representada por los independientes llegados desde el sector de Batasuna reconvertido teóricamente a la democracia, sino que ha sumado también los votos de EA (escindido del PNV en 1986, compareció en 1999 en alianza electoral con el partido jelkide) y de AE (una facción de Ezker Batua creada en 2008), de cómputo por separado muy difícil, pero no imposible. -

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