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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre el juez Navarro

Me veo obligada a escribirle con relación a las malintencionadas opiniones vertidas sobre mi padre, el magistrado Joaquín Navarro, en su editorial del pasado domingo 5 de abril y en la artículo de José Comas publicado en las páginas Domingo del mismo número. Éste es, a mi modo de ver, el tuétano de ambos artículos.- Que el hecho de ser magistrado, por propios méritos y esfuerzo, debe ser incompatible con el derecho a opinar en cualesquiera foros; le atribuye usted los epítetos ''famoso", "demasiado humano" o ''falto de sobriedad" asociados a algo intrínsecamente indeseable o sospechoso al tratarse de un trabajador de la justicia.

- Dentro de esta línea de definir lo que configura el "bagaje necesario del juez" (sic), llega usted a compararlo, para mi desolación, con la "discreción del oficio de confesor" o "el valor del soldado"; ¿debo entender que continúan ustedes anclados en aquella vetusta concepción de jueces y magistrados (la provinciana tema juez, médico y cura) integrantes de una casta semimística, oscurantista y metahumana?

- De igual modo, recuerda usted en su editorial la "prohibición constitucional de militancia política o sindical de los jueces a fin de subrayar la imagen de neutralidad consustancial a su función": ¿cree usted posible o deseable la existencia de ciudadanos, sea cual fuere su oficio, sin ideología, sin ideales, esto es, sin ideas? ¿Por qué regla de tres el hecho de que un juez albergue legítimas concepciones políticas y sociales y haga uso de su también constitucional derecho a expresarlas puede o debe interferir en su honestidad o imparcialidad en el desempeño de sus funciones? ¿Cómo se las arreglan entonces la multitud de jueces conservadores, e incluso reaccionarios (a la par que, gracias a Dios, "discretos", "sobrios" y sólo "ligeramente humanos"), para que sus ideas no entorpezcan su neutralidad profesional? ¿O debo inferir que lo importante no es el ser, sino el parecer?

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- Por otro lado, la base sobre la que sustenta José Comas su artículo es la bufa de la legítima evolución ideológica de Joaquín Navarro hacia la izquierda desde un punto de partida familiar y social altamente opresivo, censurador y limitador, lo cual no hace más que acentuar la bondad de una paulatina afirmación, a contracorriente, de las convicciones propias; ¿no estará siendo usted aquí el apologeta del tradicional inmovilismo político y personal de la derecha? ¿Acaso no se ha apercibido usted aún de que la vida es necesariamente búsqueda, tanteo de aciertos y descalabros, afectos y desafectos? (esto, por lo referente a amistades y compañeros de viaje). En el caso de mi padre, si hay que destacar una constante en su trayectoria profesional, ésta debe ser la pasión por. la cultura y la justicia y una intachable, valerosa y denodada defensa de los derechos humanos, sobradamente reflejada en sus facetas de juez, parlamentario, profesor universitario, escritor y articulista.

- Finalmente, me aturulla la facilidad con la que montan ustedes camarillas y conspiraciones en torno a "compañías poco recomendables". La que suscribe, izquierdista activa y convencida, además de miembro de Aministía Internacional y Greenpeace, se enorgullece de tener excelentes amigos y amigas de ideologías muy dispares y en ocasiones opuestas a la suya; jamás pensé que la diversidad de pensamientos deba suponer, necesariamente, enemistad o sospecha personal o profesional. A mi modesto juicio, el respeto en la diferencia debe constituir la base de una convivencia pacífica, moderna y democrática. ¿O es que EL PAÍS no ha conseguido curarse aún del síndrome machadiano de "las dos españas".-

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