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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Neorrealismo socialista

Solbes cuantifica con retraso la gravedad de la situación, de la que no saldremos antes de 2010

Al reconocer que la economía española está inmersa en la más severa recesión en muchos años y revisar a la baja (hasta un -1,6%) la previsión de variación del PIB en 2009, el Gobierno está más cerca de recuperar la confianza de los agentes económicos y de la ciudadanía en general. Durante meses, el Gobierno transmitió la impresión de que o no se había enterado, lo que ya sería grave, o que lo fingía: primero, por razones electorales; más tarde, por temor a los efectos de reconocer que no había dicho toda la verdad. Pero tampoco las demás instituciones económicas públicas, incluido el Banco de España, transmitieron un mensaje acorde con la gravedad de la situación (y con las expectativas de empeoramiento).

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Es cierto que la profundidad del mal tampoco fue prevista por otros Gobiernos europeos. Pero, aunque la economía española hubiera mantenido en el verano de 2007 todas sus constantes macroeconómicas en línea con las más estables, o su patrón de crecimiento no hubiera estado tan manifiestamente escorado a la construcción residencial, no se habría salvado de la recesión originada por la crisis financiera más grave desde la gran depresión; entre otras cosas, por el alto grado de integración con otras economías en las que esa crisis era ya manifiesta.

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Lo incomprensible fue que el Gobierno tardara tanto en admitir, primero, que estábamos sufriendo ya los efectos de esa crisis financiera, y segundo, que aquí se veía agravada por nuestro elevado nivel de endeudamiento privado.

El panorama dibujado ayer por el vicepresidente Solbes corrige la mirada anterior, pero llega con unos Presupuestos Generales pensados para parámetros muy diferentes de los que ahora asume: una economía en recesión, con la tasa de paro creciendo a un ritmo sin precedentes y con un déficit público que se acercará al 6% al término de este año. Solbes reconoció que la economía española no recuperará los niveles acordados en Maastricht para entrar en el euro antes de 2012.

Con el agravante de que el escenario de la recuperación que el Gobierno prevé para 2010 no sólo depende de nosotros, sino de la evolución de las restantes economías. Y su evolución está siendo tan negativa como la nuestra. Ayer mismo, el Banco de Francia revisó la previsión de contracción del PIB en su país en el cuarto trimestre de 2008 desde el 0,7% hasta el 1,1%. Los destrozos que está provocando la crisis crediticia están siendo mayores de lo previsto, afectando a entidades bancarias de primera magnitud.

Pero, si hay un rasgo diferencial de la crisis en España, es el comportamiento del principal partido de la oposición. Su crítica rutinaria y superficial, más apoyada en la nostalgia de lo bien que ellos lo hicieron al llegar al poder en 1996 que en el planteamiento de alternativas realistas, transmite una especie de regocijo compungido. Ni Rajoy ni Montoro están a la altura de las críticas de Rato en su momento, por ejemplo. Y no es cierto que sea algo consustancial al papel de la oposición. En países como Estados Unidos o Alemania estamos viendo el interés de los principales partidos por cooperar en la búsqueda de medidas para paliar la situación y acelerar la recuperación.

Que la oposición no saque rendimientos de la recesión no significa que el Gobierno y el conjunto de las autoridades económicas no tengan que hacer bien su trabajo. Y la veracidad, transparencia y oportuna rendición de cuentas son las precondiciones para ello. Por eso, hay que reconocer la importancia del tardío pero necesario paso de ayer.

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