Nobel para Michael Moore
Ésta es la segunda vez que me dirijo a los medios para pedir el Nobel de la Paz para el cineasta y activista Michael Moore. La primera vez fue por haberse enfrentado al Poder (con mayúsculas) desnudando las mentiras y corrupciones que nos llevaron a las guerras de Irak y Afganistán.
La segunda tiene aún más enjundia: a raíz de su película Sicko, donde denunciaba cómo se dejaba sin tratar -y morir, por tanto- a muchos ciudadanos pobres que no disponían de seguro médico, la justicia ha investigado y encontrado un nuevo fraude en el gran sistema de salud americano -al que tanto aspiran muchos liberales-. Consiste en justo lo contrario: tres hospitales de California recogían a vagabundos y drogadictos, les diagnosticaban enfermedades falsas, simulaban tratarles y la factura la pagaba el Gobierno. Así que a raíz de este personaje, incalificable por lo grandioso de su obra, descubrimos el alfa y el omega del fraude y la crueldad extrema de un sistema que deja morir a niños en el país más rico del mundo. ¿Cómo sería el mundo sin películas como Bowling for Columbine, Farenheit 9/11 o Sicko? Un reino de la mentira eterna, sin duda.