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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nuevo paisaje televisivo

La fusión de T5 y Cuatro marca el inicio de una profunda reordenación del mercado audiovisual

La fusión de Telecinco y Cuatro (televisión en abierto de Sogecable, la filial televisiva de PRISA, editora de este periódico), anunciada ayer, más la prevista entre Antena 3 y La Sexta implican una revolución completa en la estructura del mercado audiovisual español. Las fusiones pretenden conformar empresas más fuertes, con una cuota de mercado mayor. El límite que no puede superarse por prescripción legal es el 27% del share. El mayor grupo resultante, Telecinco más Cuatro, llega al 25,2% de la cuota. El objetivo es hacer frente a los dos problemas más graves del mercado televisivo: la fragmentación de las audiencias y la profunda caída de la publicidad en pantalla. En el primer semestre de 2009 la facturación publicitaria descendió casi el 30%. De los 3.644 millones que consiguió en el primer semestre de 2008 se pasó a 2.578 millones.

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El primer problema, el de la fragmentación de audiencias, es estructural y el segundo, supuestamente coyuntural. Pero, de momento, el hundimiento de la publicidad tendrá consecuencias en la gestión de las televisiones. Se ha acabado la era de ingresos publicitarios y gastos (como los derivados de los derechos futbolísticos) crecientes. A partir de ahora será necesario un mayor control y una gestión diferente de las audiencias.

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El negocio de las televisiones no puede sostenerse con unos ingresos publicitarios hundidos, costes de operación crecientes debido al encarecimiento de los contenidos y audiencias cada vez más dispersas y fragmentadas. Era necesaria una reordenación a gran escala, con la creación de grupos económica y financieramente más potentes, capaces de aglutinar audiencias y enfocados hacia un modelo de plataformas televisivas, con ocho canales diversificados en cada uno de los grupos. Ambas fusiones permiten construir empresas con economías de escala más adecuadas y mayor capacidad para organizar los contenidos. Ése es el proceso que comenzó ayer.

Los hechos han demostrado que no había mercado suficiente para una nueva cadena (La Sexta) y que el Gobierno actuó irreflexivamente al no calcular los límites, en su interés por facilitar una licencia a un grupo de comunicación afín. También ha quedado claro que no había un plan organizado para ordenar el mercado televisivo. Las fusiones vienen a salvar ese lastre.

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