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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nuevo proceso de paz

Hamás acepta el alto el fuego anunciado por Israel ante la toma de posesión de Obama

Israel ha hecho encaje político de bolillos para lograr la transustanciación del comatoso proceso de paz entre la Autoridad Palestina de Mahmud Abbas y el Estado israelí, en un plan de negociación en miniatura para Gaza. Un cambio que sirve a los intereses de una gobernación que -ante las elecciones legislativas del 10 de febrero, en las que puede vencer la ultraderecha de Benjamín Netanyahu contraria a aquel proceso- cree que perder tiempo es ganarlo, en realidad.

El precio de esa pausa ha sido 1.300 muertos palestinos, más de la mitad de ellos civiles, con alta proporción de mujeres y niños, caídos en circunstancias que fuentes internacionales califican de flagrante violación de las leyes de la guerra, más 13 israelíes, 10 soldados y tres civiles alcanzados por la cohetería de Hamás en atentados terroristas.

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Israel decretó este fin de semana un alto el fuego unilateral en la franja, que en la mañana de ayer asumía el movimiento integrista por el plazo de una semana, durante la cual exige la retirada de las tropas. Israel podría resolver así varios problemas, aunque deja colgando alguno todavía de talla. Con la incursión iniciada el pasado 27 de diciembre, el Estado israelí ha infligido un durísimo castigo a Hamás, como prueba el alivio con que los terroristas han aceptado ese respiro, y para concertar el alto el fuego no ha tenido que negociar con el movimiento, lo que le habría conferido una cierta legitimidad; y asimismo le ahorraba al presidente electo estadounidense Barack Obama una toma de posesión, mañana, bajo las bombas. Pendiente, en cambio, queda el propósito de acabar con Hamás, que no sólo sobrevive, sino que, si cumple el plan egipcio -que ha permitido llegar a esta detención de hostilidades-, se beneficiará del fin del bloqueo, con el que Israel iba apretando el dogal de la vida a más de millón y medio de palestinos de Gaza.

El primer acto de ese juego de prestidigitación israelí, secundado por Washington, se celebró ayer en Sharm el Sheij, al que concurrieron los líderes de Francia, Alemania, Reino Unido, España e Italia, más Turquía, Jordania, República Checa como presidente de turno de la UE, y el secretario de la ONU, Ban Ki-moon. Allí, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero -cuya presencia es un éxito diplomático para España-, subrayaron la necesidad de convertir el cese del fuego en una realidad permanente.

El plan del presidente egipcio Hosni Mubarak, angustiado, como el resto de gobernantes árabes moderados, por una matanza que los enfrentaba cada día más a una opinión que pedía actos contra Israel y no palabras, prevé el fin del bloqueo, pero también del contrabando de armas para Hamás. Todo ello con posible supervisión internacional y europea, y en el marco del fin del estado de guerra en y contra Gaza. Ése sería el triunfo de Hamás; e Israel no se sale con la suya.

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