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LA COLUMNA | OPINIÓN
Columna
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Nuevo tiempo, vieja historia

Los socialistas reaparecen ante el público divididos por gala en dos, pero la verdad es que nadie sabe por qué ni en qué, si se exceptúan los dos nombres dispuestos a ocupar la secretaría general para, desde ella, proceder a la recomposición de un liderazgo hoy maltrecho. Nada en el proceso precongresual evoca una fractura interna por cuestiones ideológicas, por un programa de acción o por una estrategia política. Pagando ahora el error cometido el año pasado al no resolver de una tacada la sustitución de Rodríguez Zapatero, todo se limita a saber si será Rubalcaba o Chacón quien tome las riendas del partido.

Lo que singulariza a esta pugna es que enfrenta a dos dirigentes de distintas generaciones pero que han llevado en los últimos 12 años vidas paralelas: ambos ocupan o han ocupado altas posiciones de poder en el partido, ambos han defendido las mismas políticas en el Congreso y las han ejecutado desde el Gobierno, ambos eran cabezas de lista -en Madrid y en Barcelona, o sea, en España y en Cataluña- en las recientes elecciones, ambos andan a la búsqueda de apoyos en los mismos caladeros. Y como era inevitable, ambos aparecen ahora al frente de un sector o una facción con poder en el aparato del partido: cada cual hace sus cuentas, con nombres y apellidos de los delegados, para identificar quiénes son los suyos y los de su contrincante, con los efectos para el futuro que ya se puede suponer.

En esa pugna por la secretaría general, Carme Chacón, destacada protagonista del grupo Nueva Vía emergente hace ahora 12 años, repite paso a paso y letra a letra, aunque quemando etapas porque también es más corto el tiempo de campaña, la misma estrategia empleada por Zapatero en su ascenso al poder: tratar de convencer a los delegados de que lo suyo es lo nuevo, frente a su adversario, empujado a representar el papel de lo viejo. Como Zapatero invitó a recorrer una nueva vía, Chacón propone abrir un nuevo tiempo: tiempo que nace frente a tiempo que muere. Nada de debates sobre organización del partido, relación con la sociedad, estrategias de oposición, políticas ante la crisis, definición de lo que pueda hoy significar, en términos de ideología y de acción, ser socialdemócrata o ser de izquierda. Aquí, lo que vuelve a importar es lo nuevo (Zapatero/Chacón) frente a lo viejo (Bono/Rubalcaba).

Planteada la pugna en estos términos, su compañero de comisión ejecutiva, de grupo parlamentario y, lo último, pero no lo menos principal, de Gobierno, ha rehuido la confrontación directa, eligiendo el tipo de campaña de quien defiende desde el aparato del partido una posición que da previamente por conquistada. No la campaña de quien se sacude una derrota, sino la de quien pretende salvar lo que queda de un territorio, haciendo valer su larga experiencia acumulada, su probada solvencia, su conocimiento de la organización, valores atribuibles a la edad, de manera que todo a su alrededor ha adquirido el aire en el que mejor respira su contrincante, el de una confrontación entre aparato y militancia, lo conocido y lo que aún está por probar. Todo está discurriendo como si se tratara de la segunda vuelta del combate iniciado en 2000 entre la nueva generación y la vieja guardia.

¿Le importa a alguien que no sea afiliado del partido, que no sea parte en esta división orgánica, el resultado de este combate? Los socialistas no debían perder de vista que cuando la confrontación por el poder interno se reduce a los ojos del público a una lucha de facciones definidas por el nombre de su líder, el resultado final acaba en suma negativa. Es lo ocurrido con las agrupaciones de Madrid y Valencia: en ambas, las disputas internas por el poder han sido una constante desde hace años, los mismos que el PSOE lleva de fuerza marginal en esas dos comunidades sin que nadie vislumbre el día en que la izquierda pueda desplazar a la derecha del poder.

No sería extraño que la historia volviera a repetirse y que el resultado neto del próximo congreso, sea quien fuere el elegido, con la fuerte caída en Cataluña y la que se anuncia en Andalucía, marcara el comienzo de una larga peregrinación de los socialistas por el desierto. Porque la solvencia no basta tras haber probado el amargo sabor de una inapelable derrota, y el nuevo tiempo... bueno, el nuevo tiempo, anunciado por la superviviente del derrumbe de la nueva vía, suena a la más vieja historia jamás contada.

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