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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Otegi, ayer y hoy

El líder de Batasuna no acaba de despegarse de la superada lógica negociadora de Anoeta

La resonancia entre lo dicho por Otegi ante el tribunal que lo juzgaba y lo que dice el comunicado de ayer del mediador Brian Currin revela los malentendidos más o menos deliberados con que la izquierda abertzale está planteando el proceso del final de ETA. Se juzgaba a Otegi y a otros dos dirigentes de la ilegalizada Batasuna acusados de un delito de enaltecimiento del terrorismo por su participación en un mitin celebrado hace siete años. Pero como en aquel acto presentó Otegi su propuesta de "salida negociada al conflicto vasco", lo que más interesaba era lo que pudiera decir sobre la actitud de su partido ante la expectativa actual de retirada de ETA.

El artículo 578 del Código Penal considera delito el "enaltecimiento o justificación de los delitos de terrorismo o de quienes hayan participado en su ejecución". Las crónicas de aquel acto, tolerado por las autoridades, indican que se corearon consignas a favor de los presos de ETA y de sus activistas muertos, pero para condenar a los procesados el tribunal tendría que probar su participación directa en la organización de tales comportamientos.

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Lo más llamativo del juicio ha sido la presencia del socialista Eguiguren, objeto de una absurda y sañuda persecución de la derecha por comparecer como testigo de la defensa, a lo que estaba obligado; y lo más interesante, dos declaraciones políticas de Otegi: que se "reiteraba en lo dicho en EL PAÍS" sobre su rechazo de la violencia y su apuesta por un "proceso de soluciones democráticas"; y que no plantea "la necesidad de concesiones políticas a ETA" para el cese de los atentados. Currin habla de crear un escenario sin violencia donde se acuerde un marco político "en el que todos los proyectos puedan ser materializados".

Lo que dijo Otegi en la entrevista es que no condicionan el cese de la violencia a un acuerdo previo, como en 2006; que ETA debe parar a fin de crear las condiciones para "un escenario de negociación hacia soluciones definitivas". Es posible que deseara matizar esa idea, pero el juez no se lo permitió. Lo que hay de común entre lo que dijo y lo que plantea Currin es que el marco político actual no es democrático (el argumento esgrimido por ETA para justificar la persistencia de la violencia), por lo que la superación definitiva de esta requiere un cambio radical del marco político. Pero eso es una posición ideológica particular de Batasuna, cuyos 150.000 votantes no podrían imponerla a los millones de ciudadanos que no desean tal cambio.

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