Pesado castigo letón
Hace ahora tres años que Letonia ingresó con otros nueve países en la Unión Europea. Sin embargo, algunos de sus responsables de administrar justicia no parece que se hayan enterado, por el modo como aplican la ley, sin criterio ni mesura, y sobre todo por la flagrante violación al respeto de los derechos humanos de cualquier individuo -más aún si es ciudadano europeo- que haya sido detenido en su territorio.
Esto viene a cuento del ingreso en prisión de dos jóvenes españoles -uno de ellos todavía está encarcelado- que en compañía de otros cinco amigos portugueses cometieron el pasado 16 de mayo la gamberrada de descolgar unas banderas decorativas letonas de una farola en Riga. Evidentemente, es reprobable ese gesto pero no hasta el extremo de que el fiscal general de la pequeña ex república báltica soviética lo considere como un ultraje a la nación y un robo en grupo. Por el primer delito pueden ser penados con hasta tres años de prisión y por el segundo con seis.
El fiscal sostiene en base al testimonio de una anciana que los jóvenes pisotearon y hasta rasgaron las banderas, algo que ellos niegan. La policía se apoderó de las enseñas por lo que es ahora difícil probar lo contrario. ¿Qué hubiese ocurrido si la gansada hubiese terminado con los jóvenes prendiendo fuego a la muy respetable divisa del país? ¿Hasta dónde hubiese llegado el celo letón? Resulta desproporcionado el castigo, que bien podría haber terminado en una fuerte multa -de momento, uno de ellos ha tenido que pagar una fianza de 3.600 euros- y no en un encierro carcelario en condiciones muy precarias. ¡Menos mal que la pena de muerte quedó abolida del código penal letón a raíz de su ingreso en Europa!
