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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pretextos para dividir

Lo peor del espectáculo que estamos dando es el olvido de Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, los dos jóvenes ecuatorianos asesinados por ETA y en solidaridad con los cuales surgió la iniciativa de celebrar en Madrid una manifestación contra la banda. La condena del atentado y la solidaridad con esas personas, que debería suscitar el apoyo sin reticencias de todo el mundo, se ha ido convirtiendo en mero pretexto para la bronca habitual. Y la manifestación convocada en Bilbao por el lehendakari bajo el lema "Por la paz y el diálogo" ha confirmado que toda idea confusa tiende a contagiar la confusión por doquier.

La manifestación de Madrid fue convocada por asociaciones de ecuatorianos en España y las uniones regionales de CC OO y UGT de la capital, y a ella se adhirieron PSOE e IU. Tras algunas dudas, Rajoy condicionó la participación de su partido a la inclusión en el lema de la marcha ("Por la paz y contra el terrorismo") de la consigna de libertad. Es una consigna coherente con el sentido de la convocatoria, y no debería haber habido dificultad mayor para aceptarla. Sin embargo, algunos sectores del PP se pusieron la venda antes de la herida y acusaron a los organizadores de resistirse a aceptarla para convertir la manifestación en un acto de apoyo a la negociación política con ETA.

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La acusación es un proceso de intenciones, pero, con buen criterio, CC OO abogó por incluir la consigna para favorecer la adhesión del PP. UGT-Madrid se opuso de entrada con argumentos de poco peso, como que los carteles ya estaban impresos. Es una situación absurda: hay acuerdo sobre el fondo, como demuestra que la consigna de libertad se haya incluido en el manifiesto que se leerá al final, pero los sectarismos recíprocos impiden que se plasme en una convocatoria unitaria. Unos la condicionan a apuntarse el tanto de conseguir modificar el lema, y los otros a no ceder a presiones. En las horas que quedan debe evitarse el ridículo de la incapacidad para ponerse de acuerdo en algo tan elemental.

Lo de Bilbao es más complicado porque el lema propuesto por Ibarretxe, contra el criterio de la dirección de su partido, sí resultaba deliberadamente confuso: unir paz y diálogo tras el atentado de Barajas transmite un mensaje de continuidad del proceso que ahora es inaceptable, según han opinado todos los partidos. Esa confusión la aumentó el PSE al decir que aunque estaba en desacuerdo participaría para no agravar la división, pero que dejarían de hacerlo si se sumaba Batasuna. Gran ocasión para que los de Otegi decidieran sumarse y proclamar su apoyo al lema discutido. El barullo aconsejó ayer al lehendakari añadir la exigencia a ETA de abandono de la violencia, y pidiendo a Batasuna que se abstuviera de participar si no estaba de acuerdo con ese añadido. Está bien. ¿Pero qué pasa si a pesar de todo Batasuna decide participar, como quería hacerlo el PSE, con sus propias consignas, es decir, las inicialmente propuestas por Ibarretxe? Demasiada confusión cuando lo que correspondía era sencillamente mostrar el rechazo ciudadano a los asesinatos de ETA.

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