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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Putin marca territorio

El presidente ruso deja claro que, tras dejar el poder, seguirá mandando; no es un buen augurio

Vladímir Putin ha aprovechado su última conferencia de prensa anual como presidente de Rusia para enunciar maratonianamente (más de cuatro horas y media) el testamento que su sucesor tendrá que cumplir a partir de mayo, cuando asuma la jefatura del Estado el ahora viceprimer ministro Dmitri Medvédev, candidato elegido y catapultado por el propio Putin. Antes se celebrará el trámite de las elecciones presidenciales del 2 de marzo, elecciones que los países democráticos consideran preparadas por el Kremlin y cuya limpieza la OSCE ha decidido no fiscalizar, debido a las trabas contumaces de las autoridades rusas.

Será en cualquier caso el propio Putin, transformado por un notable volatín institucional en jefe del Gobierno -su partido arrasó en las legislativas de otoño pasado-, el que tenga la oportunidad de recordar a Medvédev el compás de la política rusa, cuando el todopoderoso jefe durante ocho años se convierta nominalmente en su subordinado. Putin dijo ayer que pretende ser un primer ministro poderoso y duradero. En la Constitución rusa, los poderes del presidente son omnímodos, y los del primer ministro casi testimoniales y básicamente económicos. Pero la ley fundamental no dice nada de las decisivas bases personales de la autoridad en Rusia. Putin las tiene todas después de haber gobernado el resurgir económico y militar de su país y haberlo modelado políticamente a su antojo.

Del repertorio de advertencias del líder ruso, matizadas con la afirmación de que el Kremlin no busca el regreso a la guerra fría, destaca que sus misiles apuntarán a cualquier país del entorno que participe del escudo balístico estadounidense, amenaza directa a su seguridad. El aviso se dirige a Polonia y la República Checa, miembros de la OTAN, pero también a Ucrania. Moscú tiene además un plan, sin explicitar, para el momento inminente en que Kosovo declare su independencia de Serbia. El mensaje de ayer, en el que no faltan la justificación del uso político de la energía ni los sarcasmos sobre las opiniones occidentales a propósito del modelo político ruso, anticipa que la Rusia de Putin no se acaba en absoluto en mayo. Las bases de actuación interna y exterior sentadas por el todavía presidente van a mantenerse presumiblemente durante muchos años.

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