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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Reducto franquista en Meirás

Qué poco ha aguantado la familia Franco los vientos del pueblo en su pazo de Meirás. Apenas llevan los herederos del dictador cuatro meses abriendo su finca a los turistas los viernes para visitas guiadas cuando ya han conseguido que la Xunta interrumpa tan inoportunas visitas y permita a los Franco disfrutar, como desde 1938, de sus vacaciones veraniegas en esa propiedad regalada con dinero público y donaciones forzosas.

El pazo de Meirás es para muchos una referencia inequívoca de aquellos oscuros tiempos del franquismo. Con la democracia, sin embargo, el pazo no fue devuelto al patrimonio público. El único avance en ese sentido es la declaración por parte de la Xunta, en 2008, entonces en manos de los socialistas y el BNG, del pazo como Bien de Interés Cultural, lo que obliga a sus propietarios a abrir las instalaciones cuatro veces al mes. Ello atrae a muchos turistas perplejos ante la atmósfera oscura y recargada de su interior y la profusión de cadáveres disecados, más conocidos por "trofeos de caza".

No fue fácil lograr esa apertura. La familia, capitaneada por la hija del dictador, Carmen Franco, opuso todos los obstáculos posibles. Perdida la batalla en 2008, pleiteó, perdió y siguió resistiéndose hasta que, por fin, en marzo pasado y ante la amenaza de multa, aceptó acatar la ley y las sentencias y permitir las visitas guiadas cada viernes, lo que sin duda incomoda a la familia pero no mella sus finanzas, dado que es la Xunta la que paga la seguridad en los días de apertura.

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Con el PP al frente, de nuevo, del Gobierno autónomo los Franco pueden sentirse más protegidos. Se atiende a los pagos desde las arcas públicas, el guía de las visitas recita los datos que le aporta la familia (el respeto por la historia no siempre es necesario) y agosto, el mes más turístico, queda cerrado a las visitas.

Es lo malo de que el pueblo, liderado por políticos afectos, haga tan generosos regalos con el dinero ajeno. El palacio de la Magdalena se lo regaló Santander a don Juan y al cabo de 70 años el Ayuntamiento se lo compró por 150 millones de pesetas, un precio, eso sí, por debajo de su valor. No parece que los Franco tengan siquiera la tentación de vender y menos, de hacer rebajas.

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