Réplica
He tenido cierta resistencia a contestar a la carta de Suso de Toro del pasado 31 de enero, ya que me aseguran que es muy propenso al hábito de la correspondencia, y yo no tengo interés en mantenerla con él. Tan sólo me gustaría puntualizar un par de cosas: la primera, que no creo que deba pedir perdón por haber pensado en la mañana del 11 de marzo de 2004, igual que todo el mundo, que los responsables del atentado de Atocha eran los terroristas del norte; la segunda, que no me parece que uno sea menos progresista por disentir del nacionalismo identitario y obligatorio que es ahora la ortodoxia en España; es más, creo que la vinculación entre nacionalismo y progresismo es un malentendido casi exclusivamente español.
En cuanto a la opulencia de la "canonjía" que disfruté como director durante dos años del Instituto Cervantes de Nueva York, "enchufado" en la "capital de ese extranjero mítico" -por reflejar un poco la sustancia de su estilo- me temo que debo darle tristes noticias a Suso de Toro. Paso una parte de mi vida en esa "capital" -lo fue brevemente, es verdad, a finales del siglo XVIII- sin necesidad de ningún "enchufe", y al leer la palabra "canonjía" referida al cargo que ocupé durante dos años me parece que oigo las carcajadas melancólicas de mis antiguos compañeros, incluidas las del director general de la institución, César Antonio Molina. Pregúntele a cualquiera de ellos cuántas horas trabaja al día y cuánto cobra a fin de mes y verá qué sorpresa se lleva.