Réquiem por el papel
El artículo de Jorge Volpi Réquiem por el papel, publicado en EL PAÍS el 15 de octubre, muestra solo una cara de la situación actual del mundo editorial cuando vaticina el futuro gris del libro físico, y señala por otro las virtudes del libro electrónico. Consideremos el tema del envoltorio, aspecto menos importante según el autor. No obstante, su relevancia se incrementa como consecuencia del paso a lo digital.
Este aspecto, curiosamente desdeñado por el autor, permitirá a los distribuidores de contenido digital recoger información de los hábitos de lectura de los usuarios como la rapidez, intereses, abandono y reinicio de textos, citas resaltadas.
Les permitirá además conocer el dispositivo, lugar, fecha y hora en que se efectúa la lectura. Es decir, más control, menos privacidad.
Las políticas de privacidad de las empresas que distribuyen contenidos y dispositivos electrónicos no son claras en la gestión de estos metadatos, oscureciendo la democratización cultural que, según el autor, se nos viene encima.
No pongo en duda la evolución del modelo ni las ventajas que el libro electrónico tiene sobre el tradicional. Sin embargo, aceptar porque sí una revolución sin cuestionamientos es una actitud pasiva nada beneficiosa para el lector a largo plazo. Cuestionar no signifca ser romántico, ni paranoico, ni vanidos.