Responsabilidad política
Como ciudadano me siento engañado. Como padre, se me acaban los argumentos para convencer a mis hijos de que entereza, humildad, ser consecuentes y reconocer errores son la mejor vía para ir por la vida con la cabeza alta y dar credibilidad.
Nuestros políticos nunca se equivocan, ni siquiera cuando se demuestra judicialmente que están equivocados. Siempre hay una segunda versión o un "acato pero no comparto". ¿Para cuándo un perdón? ¿No se dan cuenta de que su soberbia les aleja de nosotros, los ciudadanos? Prueben a ser humildes y reconocer que se equivocan. Les sorprendería el resultado si se hace con luz, taquígrafos y periodistas preguntando. Caerán algunos, pero saldrán ganando los partidos y, sobre todo, la sociedad.
Estoy cansado de ver cómo pasan de puntillas sobre los escándalos y niegan la mayor: financiación ilegal, Prestige, armas de destrucción masiva, tramas conspiranoicas, Yak-42, trajecitos, viajes y coches, espías, alcaldes y concejales corruptos, etcétera.
Hay pocas excepciones que indiquen que esto vaya a cambiar. Va a más porque están consiguiendo que muchos ciudadanos se comporten igual. La pillería, el amiguismo y el pelotazo se han consolidado como nuevos valores.
Señores políticos, sean consecuentes y humildes, háganse respetables. Queremos confiar en ustedes, pero nos lo ponen tremendamente difícil, incluso a aquellos que, como yo, creemos en la política. Me gustaría que mis hijos también lo hicieran, pero me dejan pocos argumentos. Más bien ninguno.