Serio aviso a Merkel
La agónica elección del presidente alemán resalta la vulnerabilidad política de la canciller
En el guión de Angela Merkel para la elección como presidente federal de su candidato, Christian Wulff, no estaba emplear tres votaciones, aun con el consuelo de obtener mayoría absoluta en la última, cuando bastaba la simple. La jefa del Gobierno alemán contaba sobre el papel con los votos suficientes en la asamblea federal que elige al jefe del Estado, un cargo básicamente ceremonial, para esperar razonablemente conseguirlo en primera vuelta. Fueron necesarias, sin embargo, nueve horas de suspense y una seria llamada al orden en sus propias filas de una humillada Merkel para convertir a Wulff, un histórico del CDU, en el más joven presidente de Alemania, frente al más apropiado Joachim Gauck.
La rebelión, en voto secreto, protagonizada por decenas de miembros de la coalición tripartita centroderechista gobernante, representa un claro aviso a la canciller alemana reelegida en otoño. A solo nueve meses de su llegada al poder, el desencanto crece con una alianza a la greña entre democristianos y liberales, en la que estos se desvanecen por momentos y de la que se critica desde su manejo de la crisis provocada por la deuda griega hasta el drástico programa de austeridad en marcha. El nuevo revés se suma a otros que han privado a la Unión Cristiano Demócrata de Merkel de figuras experimentadas, a la dimisión en mayo del presidente Köhler o la pérdida de la mayoría en la Cámara alta tras la derrota el mes pasado de su partido en el Estado más poblado de Alemania.
Es más que probable que la sangre no llegue al río. Entre otros motivos porque Merkel, figura central en el escenario internacional desde 2005, goza de una sólida mayoría en el Bundestag y no tiene rival ni sucesor claro en la CDU; y porque ninguno de los grandes partidos quiere elecciones anticipadas, menos que ninguno una oposición socialdemócrata en históricas horas bajas. Pero sería ingenuo ignorar la magnitud de un varapalo que lleva incubándose meses (la popularidad del Gobierno ha decrecido en casi 15 puntos desde septiembre) y la desconfianza que suscita la coalición. Lo sucedido exigirá de la primera ministra, cuya vulnerabilidad política ha quedado patente, replantearse asuntos clave de su programa, acudir a compromisos y tomar la iniciativa en vez de dejarse llevar. Merkel necesita el respiro que le otorgará la semana próxima el cierre veraniego del Parlamento.
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