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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sigue la desconfianza

Los mercados necesitan más información sobre la crisis financiera para evitar la incertidumbre

Los intentos de los principales bancos centrales por reducir el temor y la incertidumbre que sigue presidiendo la actividad de los mercados globales de crédito no están siendo del todo eficaces. La coordinación de las inyecciones de liquidez en sus sistemas financieros ha sido correcta y oportuna, pero constituye sólo una de las terapias necesarias con las que tratar la crisis de crédito actual.

Todo viene de la quiebra de la confianza en la salud del principal sistema bancario del mundo, y mientras no se despeje la incertidumbre sobre el alcance de los daños directos e indirectos de la crisis hipotecaria estadounidense, las tensiones de liquidez serán una manifestación del problema principal, pero de ningún modo la más importante.

El sistema bancario estadounidense es él más importante y complejo del mundo; su salud es la más sensible, no sólo para la economía norteamericana, sino para la global. En un entorno de elevada integración financiera como el actual, la neutralización del contagio procedente de EE UU es de más complicada consecución que el que pudiera provenir de una economía menos desarrollada. Y, hoy por hoy, ni puede acotarse el alcance de la enfermedad originada por la extensión de la insolvencia de las hipotecas de alto riesgo en aquel país, ni puede identificarse completa y definitivamente a las entidades bancarias más dañadas por la misma. Y a los mercados financieros la incertidumbre les espanta.

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La desconfianza entre las propias entidades bancarias puede extenderse a la de la totalidad de los agentes económicos sobre la capacidad de las autoridades monetarias para poner fin a la situación. La mera excepcionalidad de la coordinación de los principales bancos centrales ha podido resultar intimidatoria para algunos, y heterodoxa para muchos, pero peor sería que al final se revelara inútil.

Por ello, y con independencia del mantenimiento de esa flexibilidad en las condiciones de las subastas de liquidez, los supervisores bancarios deberían propiciar el rápido suministro de información relevante acerca de la solvencia de los operadores bajo su supervisión. No es un empeño fácil, pero es la condición necesaria para que los mercados inicien la normalización de su funcionamiento.

Mientras tanto, las distorsiones crediticias seguirán extendiéndose más allá de EE UU y podrían acabar contaminando más seriamente de lo que lo han hecho hasta el momento al sector real de las economías, a través de la intensificación del racionamiento y el encarecimiento de crédito, limitando seriamente las posibilidades de crecimiento en los próximos meses. Para el resto de los sistemas bancarios, el español incluido, la mejor terapia inmunizadora frente a la infección americana y la desconfianza asociada no puede ser otra que acentuar la transparencia: la rápida y completa información sobre la solvencia de las empresas bancarias.

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