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PUNTO DE OBSERVACIÓN | OPINIÓN
Columna
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Simple raza de brutos

Soledad Gallego-Díaz

Los musulmanes no llegan al 6% de la población alemana. Los gitanos de Europa Oriental que se han desplazado este año a Francia son, posiblemente, no más de 20.000 o 30.000. Sin embargo, un político socialdemócrata alemán, miembro del directorio del Bundesbank, Thilo Sarrazin, cree que los inmigrantes o ciudadanos musulmanes son un peligro para el país, y el Gobierno francés que preside Nicolas Sarkozy decide expulsar a algunos miles de gitanos de nacionalidad rumana o búlgara, siguiendo la estela que marcó en su día el italiano Silvio Berlusconi.

Todo esto ocurre cuando Europa atraviesa una crisis económica sin precedentes provocada por el descontrol de los mecanismos financieros, es decir, por una especulación brutal y global, cuya primera consecuencia ha sido, y sigue siendo, el aumento del paro y la disminución de expectativas para la clase media europea. Los responsables de la crisis -y los Gobiernos que no hicieron nada para evitarla- intentaron desviar la atención y hacernos creer que la clase media había sido responsable de su desgracia, por sus salarios alocados, pensiones descabelladas y créditos insoportables, razón por la cual debía participar en los "ajustes" con buen ánimo y espíritu de contrición, apesadumbrada por haber ofendido de tal manera a los mercados internacionales. La operación sigue en marcha, con razonable éxito.

Resulta indecente responsabilizar de nuestros problemas a los inmigrantes y a los gitanos europeos

No hace falta ser un experto para analizar qué es lo que está pasando ahora, de nuevo. Las autoridades que representan a esta "grande, sana y simple raza de brutos" (uso propio de versos de Tennyson) quieren hacernos creer que nuestra desgracia son los inmigrantes: los trabajadores musulmanes, africanos, sudamericanos o asiáticos que están en nuestro mismo y quebradizo barco. La guinda de este formidable y asqueroso pastel la ponen los gitanos. Ahora se nos hace ver que la ampliación a la Europa del Este no supuso solo incorporar mercados, estudiantes universitarios y fontaneros polacos, sino también a miles de gitanos rumanos y búlgaros, que van a poner en peligro nuestra seguridad.

Cualquiera que haya tropezado con uno de los campamentos gitanos que rodean algunas ciudades italianas o francesas sabe cuán incómoda y fastidiosa puede ser esa visión y cuán desagradables pueden llegar a ser algunas bandas de adolescentes que se empeñan en marearnos, empujarnos y robarnos. Tan incómodas y tan desagradables como nuestras propias barriadas marginales y nuestras propias bandas de jóvenes que, subidos en motos, arrancan bolsos o acosan a niños a la salida de las escuelas. Estaría bien erradicar esas barriadas y detener a esos adolescentes, buscando la manera de reintegrarlos al sistema educativo.

Seguro que es difícil. Pero hay cosas difíciles, porque exigen mucho trabajo o porque es poco probable que tengan éxito, y otras que son simple y directamente indecentes. Es indecente responsabilizar a los inmigrantes y a los gitanos europeos de nuestros problemas. Como escribe Christian Geyer en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, "si un 6% de musulmanes puede poner en peligro la cultura alemana, ¿qué ha hecho el 94% restante en estas últimas décadas?". "Sarrazin intenta desorientarnos y aliviar o descargar su propia responsabilidad", asegura.

El debate sobre los gitanos rumanos y búlgaros intenta exactamente lo mismo. Si alguno roba, es posible que haya que repatriarle a su país de origen, pero solo si se expulsa en iguales circunstancias a otros ciudadanos de la UE (ingleses y alemanes, por ejemplo). Francia realizó el año pasado 44 vuelos-retorno, en los que se repatriaron unas 10.000 personas en total, de muy variadas procedencias. Hasta el pasado mes de agosto se han realizado 26 vuelos parecidos. La diferencia es que están llenos de gitanos europeos, rumanos y búlgaros, y que la expulsión se realiza en medio de un formidable espectáculo mediático, con la evidente esperanza de encontrar un buen retorno electoral. Ojalá los franceses echen pronto del Gobierno a los responsables de una operación tan ruin y levanten un muro frente a esa peste oportunista, antes de que toda Europa se contagie.

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