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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Socialdemocracia

La crisis penaliza a todos los partidos en el poder, pero los socialistas afrontan riesgos peores

Tras la derrota de Sócrates en Portugal, solo España y Grecia, además de Eslovenia y Chipre, resisten en la UE con Gobierno de izquierda, aunque hay algún otro con presencia socialista en coalición con partidos conservadores. Sin embargo, también se ha evidenciado, en elecciones intermedias, el declive de Merkel, Sarkozy o Berlusconi, lo que parece acreditar la idea de que la crisis castiga a los partidos (y dirigentes) gobernantes, con independencia de su signo. Lo mismo ocurrió en la crisis de 1992-93, pero ya entonces se vio que al antigubernamentalismo dominante se añadía un toque específicamente antisocialista.

¿Se trata de que, en situaciones de crisis y paro, el electorado penaliza más duramente a los Gobiernos de centro-izquierda? ¿O es un reflejo de la crisis histórica de la socialdemocracia, como sostienen muchos teóricos de la derecha y algunos de la izquierda? La cuestión ya se planteó poco después del derrumbe del comunismo, con cuya ideología compartía la socialdemocracia muchos principios doctrinales. Sin embargo, una década después había Gobiernos socialdemócratas en 11 de los 15 países de la UE, lo que se consideró una refutación práctica de esa teoría. Ello había sido efecto de la adaptación de sus programas y estrategias a las nuevas condiciones de la globalización.

Que ahora se repita el barrido, ¿no será un síntoma de que el programa socialdemócrata ya se ha complido, como le ocurrió hace un siglo al Partido Liberal en Gran Bretaña? Podría ser, porque también entonces el declive se produjo inmediatamente después de su influencia máxima, en la primera década del siglo XX. Pero entonces hubo un partido, el Laborista, fundado en 1900, que heredó la función y gran parte del electorado liberal en su pugna con los conservadores. Y ahora no hay nada parecido.

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Esto puede ser consecuencia de la dificultad de los Gobiernos de izquierda para diferenciar su respuesta a la crisis de las recetas conservadoras. El intento de Gordon Brown de aplicar estímulos keynesianos, imitado aquí por Zapatero con su plan de obras municipales, no solo no produjo resultados apreciables sobre el empleo sino que tuvo a posteriori efectos electorales favorables a la derecha (que enarbolaba la bandera de la austeridad). A su vez, esa dificultad de diferenciación ha provocado un desdibujamiento de la identidad de izquierda, con efectos en una mayor abstención electoral (ejemplo: España), y un reforzamiento del tópico de que la derecha gestiona mejor la salida de la crisis (y la izquierda, la redistribución posterior).

En todo caso, la experiencia de los últimos 20 años demuestra que los partidos socialdemócratas que adaptaron sus políticas a las nuevas realidades (en materias como la fiscalidad, las reformas de los mercados, incluyendo el laboral, y la racionalización del Estado de bienestar) tuvieron mejores resultados, sociales y electorales que los que no lo hicieron.

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