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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Socorrer Gaza

El fin de la tregua entre Hamás e Israel vuelve a exponer la franja palestina a la inanición

Aunque resulte sorprendente incluso para el lector atento, hasta el 19 de diciembre pasado y desde hacía seis meses, reinaba una tregua en Gaza entre el movimiento terrorista palestino de Hamás e Israel, a la que el primero puso fin a su expiración, ese mismo día. La sorpresa habría sido comprensible porque jamás se había interrumpido el fuego de cohetería artesanal desde la franja, en la que gobierna Hamás, sobre localidades israelíes limítrofes, ni mucho menos habían cesado las represalias del Estado sionista, con grave derramamiento de sangre entre palestinos no combatientes.

El fin de la tregua ha sido, por añadidura, la ocasión para que los dos grandes candidatos a formar Gobierno en Israel, la ministra de Exteriores de Kadima, Tzipi Livni, y el líder del ultraderechista Likud, Benjamín Netanyahu, se pronunciaran, con similar contundencia, sobre la necesidad de destruir el movimiento integrista, de inmediato, o tras las elecciones del próximo 10 de febrero. Y ha tenido que ser el primer ministro saliente, Ehud Olmert, también de Kadima, el que ha hecho un llamamiento a la contención, para preservar las posibilidades de que se reanuden las negociaciones de paz, sobre todo, si su formación gana las elecciones, pero también porque, dimitido a todos los efectos aunque siga atendiendo a los asuntos del día, y acosado por una larga serie de escándalos financieros, encuentra hoy los acentos de paz que reprimía sin aparente problema cuando se hallaba en el poder.

Y mientras Israel amenaza con una muerte próxima a la franja mediterránea, ésta, sin tanta dilación, ya muere lentamente asfixiada día a día por el implacable cerco económico y político de su enemigo; tanto que Hamás, que domina enteramente el territorio desde diciembre de 2007, cuando sus hombres derrotaron a las milicias de la AP de Mahmud Abbas, se vio obligada a declarar el domingo una tregua de 24 horas, para que pudiera pasar un convoy egipcio con toneladas de harina y arroz para una población de más de millón y medio de palestinos, a los que vuelve a faltarles de todo.

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Urge que Israel permita el avituallamiento de inmediato, pero tanto o más es prioritario que se prorrogue la tregua, a lo que Hamás ya se ha declarado favorable si Jerusalén levanta el asedio que mantiene desde hace año y medio sobre la franja. Según fuentes de la ONU, un 75% de la población padece una situación de hambre extrema. Por ello, el Gobierno israelí, sea el que fuere el que salga de las urnas, debería ser capaz, aunque no tratara directamente con Hamás si esto se considera hoy todavía inviable, de explorar las posibilidades de una verdadera tregua, de carácter indefinido.

Con una pacificación efectiva, sin cohetes ni expediciones punitivas del Ejército israelí, habría que ver entonces qué posibilidades habría de auténticas negociaciones de paz. Pero hoy conformémonos con que pase el convoy por Navidad.

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