_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sostiene Eguiguren

El presidente del PSE es el único interlocutor que estuvo presente en todo el proceso

En los últimos días, EL PAÍS ha publicado extractos de un libro escrito por Jesús Eguiguren, presidente del PSE, y el corresponsal político de este periódico, Luis Rodríguez Aizpeolea, en el que se ofrecen detalles, en buena parte desconocidos, sobre la negociación con ETA entre 2005 y 2007. Se trata del testimonio de un negociador que, en primera persona y con documentos en mano que avalan muchas de sus afirmaciones, relata cómo fue el diálogo más prolongado que ha mantenido un Gobierno en democracia con la banda terrorista.

Eguiguren es prácticamente el único protagonista directo de todo el proceso, ya que participó, con diversos interlocutores, en los contactos previos, en la mayoría de las reuniones del Gobierno con ETA y asimismo en las negociaciones celebradas en otoño de 2006 (en Loiola) y en mayo de 2007 (en Ginebra) con el PNV y Batasuna. Su publicación, de indiscutible interés público, es además un ejercicio de transparencia indispensable en democracia.

El proceso no obedeció a una iniciativa unilateral de ETA (la famosa carta remitida a Zapatero), sino que fue el resultado de contactos previos en los que se habían pactado una serie de condiciones, incluyendo el contenido de la declaración del presidente del Gobierno meses después del inicio del alto el fuego. Otro dato es que la negociación Gobierno-ETA apenas llegó a iniciarse: hubo varias reuniones, pero en ellas se habló de cuestiones de procedimiento y se intercambiaron reproches; pero no se negoció. No hubo por tanto negociación alguna en secreto autorizada por Zapatero antes de llegar al Gobierno, ni traición alguna al Pacto Antiterrorista, sino que conoció las gestiones de Eguiguren después de ser elegido presidente.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

También tienen interés los contactos entre los tres partidos vascos ya citados. Se plantearon como alternativa al bloqueo de las conversaciones y son, en sentido estricto, unas negociaciones políticas, con el tema de Navarra como eje central. Aunque el preacuerdo alcanzado no llegó a firmarse, se estaba invirtiendo el orden de negociación previsto: primero la paz y luego la política. Se aceptó así negociar bajo la amenaza de ETA de romper la tregua, lo que a su vez explica la presentación de nuevas (y estrambóticas) exigencias; un error que pudo condicionar el desenlace.

Pero al final no hubo cesiones del Gobierno en acercamiento de presos, libertades condicionales, terceros grados u otros tratos de favor, que sí se produjeron durante la tregua de ETA en la etapa del Gobierno de Aznar. Ni siquiera se aplicó el más que cuestionable compromiso de Eguiguren de evitar detenciones, pues hubo operaciones policiales durante toda la tregua.

Sin el cerco policial, ETA no hubiera dejado las armas, pero sin la desafección que creó en la izquierda abertzale la violenta ruptura de la negociación por parte de ETA tras el atentado en la T-4 tampoco se hubieran creado las condiciones para que los etarras cedieran. Esta es la tesis central del libro, bien fundamentada por el testimonio y los documentos aportados.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_