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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Terroristas acosados

El cerco policial a la banda terrorista ETA está dando resultados, como lo demuestra la decena de detenciones llevadas a cabo en Francia y en España durante las últimas semanas. Además de mermar la capacidad criminal de los terroristas -algunos de los arrestados ocupaban puestos de relieve en la estructura de la organización-, las recientes operaciones policiales a uno y otro lados de la frontera han logrado evitar hasta ahora los atentados planeados por la banda desde que declaró la ruptura formal de la tregua, el pasado mes de junio.

El compromiso de Francia en la erradicación de esta lacra sigue siendo ejemplar, de tal forma que los terroristas están buscando nuevos procedimientos, cada vez más artesanos e improvisados, para cumplir la siniestra orden que han recibido de sus cabecillas: poner muertos encima de la mesa. Eso explica el rodeo a través de Portugal para introducir explosivos en España o la singular estratagema, no exenta de un aspecto trágicamente bufo, de recurrir a los servicios de taxi para desplazar a los dinamiteros y su macabro utillaje a los lugares donde pretenden cometer atentados, según se descubrió recientemente en la carretera de Castellón a Tarragona.

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La eficacia policial se ha visto multiplicada por un factor político ausente durante los tres últimos años, como es la práctica desaparición de la lucha antiterrorista como elemento de confrontación entre partidos. El Gobierno acertó en el debate del estado de la nación al fijar una agenda política distinta de la que había monopolizado la legislatura, que ni favorecía sus intereses electorales ni, sobre todo, contribuía a la gobernabilidad del país. El Partido Popular no es hoy ni más ni menos leal en este ámbito de lo que lo era hace tan sólo unas semanas, pero ha comprendido que agitar exclusivamente el fantasma del terrorismo no reporta ya beneficios electorales, a diferencia de lo que ha venido sucediendo durante demasiado tiempo. Pero no conviene forzar los ritmos: la combinación de la eficacia policial y el sosiego político en materia antiterrorista tiene que servir para ir recuperando la confianza entre los demócratas, sin precipitar ningún paso que pueda desencadenar una nueva escalada de reproches o un ajuste de cuentas con el reciente pasado.

Falta por pasar la prueba definitiva: ETA seguirá intentándolo y, si lo logra, la experiencia de estas semanas debería servir para afianzar el clima político que se está abriendo paso. Cualquier declaración extemporánea no sólo sería injusta con el trabajo que está realizando la seguridad del Estado, sino que retrotraería a viejos errores que deben desterrarse.

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