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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Torpeza nuclear

De forma simbólica y literal, un terremoto está convulsionando la vida política japonesa.

Más información
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El seísmo, de grado 6,8 en la escala Richter, causó una fuga radiactiva en la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa, la más grande del mundo -nada menos que siete reactores- y provocó otros desperfectos, también con riesgo de fuga, que han alarmado a la población sobre todo por un hecho insólito: la propietaria de la central, la empresa Tokyo Electric Power, informó tarde y mal de los daños. Así pues, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se encuentra con una catástrofe natural que mató a nueve personas, hirió a 900, dejó sin hogar a otras 12.000 y ha dañado la credibilidad en la energía nuclear del país, excesivamente deudor del petróleo. Como antes del terremoto el primer ministro ya se enfrentaba a una crisis detonada por el suicidio del ministro de Agricultura, Toshikatsu Matsuoka, implicado en un asunto de corrupción, es evidente que Abe se enfrenta a una crisis política de cierta envergadura.

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En cualquier país del mundo, la energía nuclear se enfrenta a los recelos de la población, que la considera peligrosa y, sobre todo, portadora de riesgos inciertos que las autoridades tienden a encubrir o a minimizar. Por esa razón es tan importante extender la práctica de que hasta el mínimo incidente en una planta nuclear sea inmediatamente conocido por las autoridades, corregido y, si implica algún riesgo para la población, transmitido a los ciudadanos de forma serena y concisa. Los retrasos en la información y las tergiversaciones sobre la gravedad de cualquier fuga nuclear, por pequeña que sea, destruyen la credibilidad en las nucleares que se ha ganado con tanto esfuerzo. El propio Shinzo Abe lo expresó con contundencia: "La energía nuclear sólo puede operar con la confianza del público". Así debe ser, en Japón, que cuenta con 55 plantas atómicas, y en cualquier otro país.

Japón es una referencia para la seguridad nuclear porque sufre terremotos frecuentes. El Gobierno de Abe tiene que investigar a fondo las razones del retraso en la información sobre la fuga radiactiva, por qué se mintió sobre su importancia -la empresa aseguró primero que sólo se había vertido al mar un litro y medio de agua contaminada y reconoció luego el vertido de 1.200-, cuáles son los riesgos secundarios, si existe contaminación radiactiva entre los obreros de la planta y cuál es la probabilidad de que la población resulte afectada. La credibilidad en la electricidad nuclear y en la gestión que haga de la crisis el Gobierno japonés depende de esas respuestas. Como bien sabe Shinzo Abe.

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