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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La nueva Comisión Europea

LA NUEVA Comisión Europea -que formalmente no tomará posesión hasta el 6 de enero- ha entrado con buen pie gracias a la rapidez de su presidente en adoptar decisiones. Por lo pronto, Jacques Delors ha conseguido fraguar un acuerdo sobre la distribución de las carteras entre los 14 comisarios, evitando así el espectáculo de las tradicionales noches de los cuchillos largos de la víspera de Reyes. En medio de la crisis de identidad por la que atraviesa la CEE, situación que el nuevo órgano burocrático y ejecutivo tendrá que ayudar a resolver, no cabe infravalorar la importancia de ese logro.El análisis de la composición de la nueva Comisión -en la que figuran cuatro ex ministros de Finanzas y un ex ministro de Asuntos Exteriores- arroja resultados significativos. Los países pequeños (Bélgica, Holanda y Dinamarca) han enviado representantes de talla y se han visto recompensados por este gesto. Así, el belga Willy de Clerq, hasta ahora viceprimer ministro de su Gobierno y titular de Finanzas, queda encargado de las relaciones exteriores y de la política comercial de la CEE, en una época de gran tensión con Estados Unidos y con Japón. Holanda presta a Frans Andriessen, que se ocupará de la agricultura y de la pesca, sectores alta ment!e polémicos en vísperas del ingreso en la comuni dad de España y Portugal. La circunstancia de que el italiano Lorenzo Natali siga al frente de todo lo referen te a la ampliación de la CEE -cuando se inaugura la presidencia italiana del Consejo de Ministros y en un momento crucial de las negociaciones- resulta tranquilizador para los dos países ibéricos. Además, se han confiado a Natali los asuntos de cooperación y desarrollo, señal de que continuará como comisario después de que el eventual ingreso de España y Portugal vacíe eventualmente de competencias su primera cartera.

Jacques Delors ha asumido personalmente la responsabilidad tanto de los asuntos monetarios como de la coordinación de los fondos estructurales (renglón que incluye los Programas Mediterráneos Integrados, por los que Grecia bloquea él ingreso ibérico). El otro comisario italiano, el socialista Carlo Ripa de Meana, se hace cargo de la cartera de cuestiones institucionales, muy importante para relanzar la Comunidad sobre nuevas bases. Ripa de Meana se ocupará también de la información, la cultura y el turismo. Si el laborista británico Stanley Clinton-Davis ha obtenido en el reparto carteras menores (medio ambiente, consumidores y transporte), su compatriota lord Cockfield ha tomado en sus manos el mercado interior, ámbito de gran importancia si la CEE mantiene sus propósitos iniciales de constituir un auténtico gran mercado. El danés Henning Chistophersen se enfrentará con el candente tema del presupuesto y con la administración, mientras el irlandés Peter Sutherland se hará cargo de los asuntos sociales y la educación.

Francia ha logrado el mayor pellizco en la nueva Comisión. Además de la presidencia confiada a Jacques Delors, Claude Cheysson asume la responsabilidad de la política mediterránea y de las relaciones Norte-Sur, campo de competencias que incluye Centroamérica (cuyas relaciones con la CEE fueron relanzadas en la reciente Conferencia de San José de Costa Rica). El griego Grigoris Varfig queda encargado de la política regional, támbién relacionada con los programas mediterráneos. Entre los que abandonan la Comisión Europea merece la pena mencionar al belga Etienne Davignon, interlocutor principal de la Comisión con Estados Unidos durante los últimos años. Sus antiguas atribuciones quedan ahora repartidas en dos carteras: la industria, la investigación y la ciencia han sido confiadas al alemán Karl-Heinz Narjes, mientras que el luxemburgués Nicolas Mosar se ocupará de la energía. Otro alemán, Alois Pfeiffer, ha sido encargado de los asuntos económicos y el empleo.

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Los criterios políticos en la distribución de las carteras no han cambiado mucho. Hay seis socialistas sobre 14 (podrían ser siete u ocho tras la ampliación), cifras similares a las de la Comisión de Roy Jenkins (siete socialistas) y de Gaston Thorn (cinco socialistas). El reparto según países traduce intereses nacionales evidentes, y también abre la posibilidad de que no haga falta una remodelación completa de esa distribución si España -con dos comisarios potenciales- y Portugal -con uno- ingresan en 1986. Se dice que algunas de las carteras de la Comisión, cuyo mandato es de dos años renovables, serán destinadas a los países candidatos; aunque los españoles niegan la existencia de acuerdos al respecto, algunos rumores apuntan, sin embargo, a que la cartera de pesca iría a Portugal, y turismo, transportes y asuntos sociales, a España. Sólo el ingreso definitivo en la CEE de los dos países ibéricos permitirá despejar esos interrogantes.

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