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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Violencia de género, una epidemia

Si 54 personas hubieran muerto de una misteriosa epidemia en sólo un año, todas las alarmas se hubieran disparado. Habría cundido la preocupación y se habrían generado todo tipo de iniciativas para descubrir el agente letal que estaba acabando con la vida de tanta gente inocente.

Son 54 las mujeres que han muerto asesinadas a manos de sus parejas o exparejas. Sus agresores son bien conocidos y en casi la totalidad de los casos han sido detectados, a veces incluso antes de la comisión del delito, aunque, desgraciadamente, no fueron neutralizados. La causa es bien conocida. Estas mujeres no se resignaron a seguir viviendo una vida de maltrato sin ninguna esperanza de futuro. Y eso fue la causa de su muerte.

La única opción para erradicar de forma definitiva la violencia sobre las mujeres es atacar su causa: la desigualdad. Esa que impide huir las mujeres porque no tienen a donde ir, la que les tapa la boca con el miedo y la soledad para que no denuncien. Por eso trabajar por la igualdad es luchar contra la violencia de género.

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Descubierto el virus causante de la epidemia que mata a gente inocente, ninguna administración se hubiera atrevido a regatear medios para proteger a la población. Con crisis o sin ella, los recortes no hubieran afectado los recursos necesarios porque la vida es el bien más preciado y justifica todas las inversiones.

La Generalitat Valenciana en su necesaria campaña de higiene financiera ha eliminado el Centro Reina Sofía que estudiaba y ofrecía soluciones para luchar contra la violencia de género. También ha reducido en 22 millones de euros los fondos destinados a la promoción de la familia y la mujer como se refleja en su Presupuesto para 2012. No ha realizado ninguna valoración de la efectividad de la Ley de Igualdad para mejorar sus resultados. El regateo es tristemente evidente.

De esta forma la epidemia se cobrará nuevas víctimas que despertarán compasión e indignación y algún sentido discurso de pésame, pero ninguna mujer estará a salvo porque nadie se está tomando en serio la tarea de vacunar a toda la población.

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