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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vuelve la recesión

Las pésimas previsiones del nuevo ministro de Economía dibujan un 2012 sin crecimiento

El nuevo ministro de Economía, Luis de Guindos, ha evitado en su primera declaración pública emplear el término recesión para caracterizar el comportamiento contractivo de la economía española al término de este año y, al menos, del primer trimestre del próximo. La prudencia manifestada por el ministro con ocasión de la toma de posesión de los altos cargos de su departamento le ha llevado a servirse de eufemismos y a distanciarse, así, del propósito del presidente Rajoy de "llamar al pan, pan y al vino, vino" con el que abrió su discurso de investidura la pasada semana.

La frontera entre la prudencia y el alejamiento de la realidad es en ocasiones tenue. En este caso no hacía falta hacer un ejercicio de exagerada cautela. Como algunas otras de la eurozona, el ritmo de crecimiento de la economía española estará en una zona negativa al menos durante dos trimestres consecutivos. No hay analista económico, nacional o internacional, que no anticipe que el último trimestre de este año la economía española habrá registrado una variación negativa. Si, como parece igualmente previsible por la amplia mayoría de quienes hacen estos ejercicios, ocurre lo propio en el primer trimestre del año, se habrá incurrido en la definición técnica de recesión.

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Eso hará que, en el mejor de los casos, la economía no crezca en el conjunto del próximo año. No faltan respetables instituciones que anticipan que el crecimiento durante todo 2012 será negativo para la eurozona y, desde luego, para aquellas economías que de forma más pronunciada han llevado a cabo actuaciones procíclicas: contracciones de la actividad pública simultáneas a la inhibición de la actividad privada.

Si severas están siendo las consecuencias del cambio en la política presupuestaria definida en mayo del año pasado, no menos depresivos son los efectos del intenso racionamiento del crédito. No son solo las empresas y familias españolas las únicas que sufren la sequía crediticia, pero a tenor de los datos disponibles son las que en mayor medida están pagando las consecuencias del elevado endeudamiento bancario y el anormal funcionamiento de los mercados mayoristas de liquidez.

El hecho de que el BCE haya flexibilizado excepcionalmente sus inyecciones de liquidez no significa en modo alguno que las restricciones al crecimiento económico español se hayan eliminado. Junto a las cautelas por la liquidez, los bancos seguirán evaluando con mucha cautela los riesgos de solvencia. Y en su determinación, la ausencia de crecimiento económico y un desempleo muy elevado no son precisamente factores favorables. Como tampoco lo son las políticas presupuestarias de todas las economías de la eurozona orientadas a la reducción de la demanda pública. Las cautelas de Guindos es posible que no tengan que manifestarse ni siquiera en el caso del conjunto de la eurozona, que ya está arrastrando la revisión a la baja de las previsiones de crecimiento de la economía mundial.

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