Se acabó el cuento
Que nadie se equivoque, esto de los controladores no es una huelga, una huelga requiere de un preaviso legal, de unos servicios mínimos..., esto es un chantaje, un secuestro, un ataque al Estado de derecho.
En 35 años de democracia ningún Gobierno ha acabado con los privilegios de esta casta funcionarial que lleva decenios viviendo su particular cuento de hadas. En el mundo real, no en el de los cuentos, si un trabajador abandona su puesto de trabajo es sancionado gravemente, y si este abandono produce graves consecuencias, es despedido.
Decretar el estado de alerta, militarizar las torres de control y despedir 500 controladores puede ser muy efectista, pero los controladores son solo una parte de ese gran monstruo, hijo del centralismo franquista, que se llama AENA. Al Gobierno se le exige estrategia y visión de futuro..., y la reforma de AENA no pasa por privatizar la gestión de los aeropuertos -son demasiado importantes para dejarlos en las manos de unos pocos-, antes habría que dialogar con los Gobiernos autonómicos, con los representantes de los trabajadores y con la sociedad civil, no sea que después de todo el monstruo siga volando, pero sin cabeza y sin rumbo fijo.
La mejor forma de solucionar un conflicto es intentar evitar que este se produzca, y si el único camino es el decreto, el cuento de AENA puede convertirse en una pesadilla.