La alienación tecnócrata en España
Junto a los ya conocidos eufemismos bélicos ("daños colaterales") y el empacho de los neologismos financieros ("prima de riesgo"), existe una tendencia por la cual -ya desde la escuela- se trata a las personas como números: se cosifica al individuo particular y se le hace masa para que cuadre en encuestas y estadísticas generalizadoras, las cuales se toman como criterio para casi todo y, a menudo, como excusa para las más diversas tropelías. El uso en boga de la forma impersonal "se dice que..." a menudo esconde una estrategia de fondo nada inocente: la deshumanización del otro.
Feuerbach hablaba de "alienación religiosa" y Marx de "alienación socioeconómica". Quizá un combinado de ambas, una especie de "alienación tecnócrata", es la que nos está tocando los bemoles ahora; una nueva forma de control, dominio y usurpación del poder de los Estados democráticos y sus ciudadanos: reverenciar los deseos de los mercados como un poder omnívoro implacable, adorar al capital como a un Dios vengativo y caprichoso al que amar y temer a la vez.
Ya ha pasado en Grecia e Italia. ¿Pasará en nuestro país? ¿Pero quién ganará dinero si quiebra España? Afanosos se multiplican los agoreros. Las agencias de calificación y Angela Merkel ya presionan y meten prisas; los mercados se agobian antes de tiempo y mientras la prima sigue subiendo, la Bolsa sigue cayendo. Pero Rajoy dice que no se coronará hasta que los villancicos lleguen como su investidura, por Navidad. Tijeretazos y copagos -me temo mucho- nos traerán este año los Reyes Magos.