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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La amnistía y las Cortes

LA PROPOSICIÓN de ley sobre la amnistía, presentada por los autonomistas y la izquierda socialista y comunista el pasado sábado, difiere en algunos delicados puntos del proyecto de ley presentado, inmediatamente después, por el partido del Gobierno. Sin embargo, tanto la UCD como las fuerzas de la oposición parecen hallarse de acuerdo en una cuestión fundamental: la conveniencia e incluso la necesidad de que las Cortes puedan pronunciarse, se supone que por abrumadora mayoría afirmativa, sobre un único proyecto de ley de Amnistía.En repetidas ocasiones hemos señalado que la amnistía total, más allá de las argumentaciones políticas y morales, en su favor, es una exigencia -ella,sí- de la razón de Estado. Sólo ese «borrón y cuenta nueva» puede asentar la convivencia democrática de los españoles, y muy especialmente de los vascos, el olvido del pasado y el inicio de una nueva forma de dirimir los conflictos de intereses y de ideologías. Pero, al tiempo, los deudos, los amigos, los compañeros de armas y los correligionarios de quienes fueron víctimas inocentes de la violencia, ofrecen una comprensible resistencia emocional y sentimental a aceptar por entero esa medida de gracia.

En esa perspectiva, la amnistía precisa del respaldo político y de la autoridad moral de una mayoría abrumadora de los representantes elegidos por el pueblo español en las urnas el 15 de junio. La presentación al Pleno de dos proyectos de ley de distinto contenido podría tener muy negativas repercusiones para la pacificación de la convivencia española. Si Alianza -Popular se abstuviera, difícilmente se podría impedir que el proyecto de la UCD se impusiera en el Congreso; y si el proyecto del Gobierno triunfa, contando con el apoyó del Senado, los agitadores del extremismo vasco seguirían encontrando pretextos para esgrimir la bandera de una amnistía todavía incompleta. En el caso, mucho más improbable, de que la proposición de la izquierda se convirtiera en,la ley de Amnistía, con los votos en contra de un sector de la UCD y la abstención del resto del partido del Gobierno, la ultraderecha tendría en sus manos una nueva arma para seguir su peligrosa campaña de intoxicación ideológica, e incitación al golpismo.

Desde luego los términos del compromiso entre ambos proy¿Ctos no van a ser fáciles de establecer. El Gobierno tiene, en esa pugna, la mayor responsabilidad, precisamente porque puede disponer de la mayoría de las dos Cámaras y porque ha sido su política de la amnistía «a plazos» la culpable de que, todavía, alguien trate de esgrimir motivos de intencionalidad política en crímenes tan atroces como el asesinato del capitán Hergedas. En cualquier caso, será necesario el patriotismo, el sentido político y la buena voluntad de todos para que las Cortes sean el escenario de un emocionante acto de reconciliación nacional y de afirmación de la democracia: la aprobación de un proyecto de ley sobre la amnistía, presentado conjuntamente por el Gobierno y la Oposición.

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