Así de banal es el odio
En la cosmopolita ciudad de Berlín, enriquecida por un aluvión de ciudadanos venidos de medio mundo que ya forma la sexta parte de su población total, han aparecido con ocasión de las próximas elecciones comunales miles de carteles del partido de extrema derecha NPD, una agrupación legal cuyos estatutos reflejan casi en su totalidad las tesis del viejo NSDAP hitleriano. En dichos carteles, el sonriente presidente del partido posa subido a una motocicleta, manos en el manillar, sobre un lema escrito: "Gas geben". El burdo juego de palabras en alemán (la frase Gas geben significa a la vez acelerar y gasear) es simplemente una apología del exterminio.
Que el populismo y el neonazismo son tendencias europeas latentes ya está desde hace tiempo bastante claro, no solo en Alemania. Algo más difícil de entender, poco después de la vil masacre de Noruega, es la tolerancia que aún se muestra con los que declaran tan abiertamente sus intenciones asesinas.