El banco de Chávez
El Banco Central de Venezuela ha ordenado transferir de Estados Unidos a Suiza unos 20.000 millones de dólares que tenía depositados en bancos norteamericanos. Aunque muchos países están diversificando sus reservas para reducir el riesgo ante la inestabilidad monetaria, argumento también esgrimido en este caso, con esta decisión Chávez intenta protegerse ante la eventualidad de que su creciente antagonismo con Washington -que las dos partes cultivan con determinación- pueda desembocar en una confiscación o congelación de sus cuentas en Estados Unidos. Por ello, prefiere tenerlas en Suiza, en el Banco Internacional de Pagos de Basilea.
Fue el Gobierno, antes que el Banco Central de Venezuela, el que anunció estas transferencias, lo que refleja que el poco atisbo de autonomía que le quedaba a la entidad emisora ha desaparecido, pese a estar protegida por la Constitución bolivariana. Pero no es una novedad. A finales de 2004, Chávez hizo aprobar una ley para que el Ejecutivo pudiera hacer uso directo y discrecional de las reservas del Banco Central, para invertirlas en política social y obras públicas, según prometió.
Si el régimen chavista teme que EE UU pueda congelarle sus cuentas, no se recata en proseguir el plan de confiscación de tierras en Venezuela para redistribuirlas. Ya en anteriores ocasiones, en los Estados de Cojedes o de Barinas (este último gobernado por su padre) ha procedido a tomar algunos latifundios, y ahora se propone hacerlo con los 50 mayores del país, que, asegura, son improductivos. Aunque ofrece diálogo con sus propietarios, éstos han anunciado que intentarán impedirlo en los tribunales.
Así sigue avanzando la llamada revolución bolivariana de Chávez, basada también en sus especiales relaciones con la Cuba castrista, mientras lanza soflamas para agitar la región. Frente a él, lamentablemente, no hay una oposición renovada y organizada, capaz de presentarse como alternativa real. Con lo que Venezuela puede tener Chávez, elegido en las urnas, para rato. Tal vez no los 30 años que él mismo proclama, pero bastantes.
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