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OPINIÓN
Columna
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Las dos caras

Joaquín Estefanía

En el Gobierno permanecen la política económica y su primera representante (más allá del presidente), Elena Salgado. Lo que sucede es que esa política económica es nueva: apenas han pasado seis meses desde que comenzó a instrumentarse, tras una conflictiva reunión del Consejo Europeo, una nueva sensibilidad que buscaba sobre todo la prioridad de la reducción del déficit público y no el crecimiento económico. Más estabilidad que crecimiento. Desde entonces, nadie ha explicado bien a la población los porqués de tan súbita contorsión, y a ello es a lo que propone dedicarse el nuevo Gabinete.

La ciudadanía de todas partes se ha unido al lógico temor de la inseguridad económica, el crecimiento del paro, el empobrecimiento de su vida cotidiana, quedarse atrás en una redistribución ya muy desigual de la renta y la riqueza, etcétera. E intuye que sus representantes, libremente elegidos, cada vez tienen menos capacidad para solucionar los problemas y que son unos indeterminados poderes fácticos (los mercados, los financieros, las agencias de calificación de riesgos...) los que determinan su nivel de bienestar. ¿Cómo es posible, se preguntan, que si el 70% de los franceses está en contra de la reforma de las pensiones y lo manifiesta con un clamor en la calle, Sarkozy siga adelante apelando al bien de esos mismos ciudadanos y sus hijos? Buena labor para el nuevo Gobierno.

En la globalización, los políticos tienen menos capacidad para influir en el bienestar. Tiene difícil explicación

En su defensa de los Presupuestos de 2011, Elena Salgado dijo que si fuese necesaria alguna actuación adicional para alcanzar el objetivo de reducción del déficit, "el Gobierno actuaría sin vacilar". Con ello intentaba contentar al Fondo Monetario Internacional (FMI), que volvía a exigir al Gobierno un Plan B y, sobre todo, a los mercados de deuda que, solo 48 horas después, acudían en ayuda del Tesoro español para colocar casi 4.000 millones de euros en bonos a una rentabilidad menor que la que tuvo que pagar el pasado mes de julio. Declaraciones como la de Salgado ayudan a que el riesgo país esté hoy muy lejos de los 200 puntos básicos en los que se situó antes del verano.

Mientras esto sucede, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publica la Encuesta de condiciones de vida de los españoles, con los siguientes resultados: este año, los ingresos anuales medios de los hogares han disminuido casi un 3% respecto a 2009; el 36,7% de los hogares afirma que no tiene capacidad para afrontar gastos extraordinarios; el 20,8% de la población está por debajo del umbral de pobreza relativa (entendida esta como el 60% de los ingresos por unidad de consumo de las personas; por ser una medida relativa, su valor depende de cómo se distribuya la renta entre la población), y tres de cada cuatro hogares manifiestan llegar a fin de mes con mucha dificultad.

También hay que explicar estas manifestaciones de la crisis económica. Además de la lucha contra el déficit.

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