El compromiso
Estimado jefe: hace unos días, y como respuesta a mi petición de aumento de sueldo, me dijiste que no me comprometía lo suficiente con la empresa y que "iba a ser que no".
Tengo 29 años y, desde hace tres, soy arquitecto. Ya de pequeño me comprometí con mis padres a formarme adecuadamente para poder manejarme con unas ciertas garantías en este loco mundo en el que vivimos: hice arquitectura, diversos cursos en energías renovables, y aprendí tres idiomas: inglés, francés y alemán. A los 18 años me comprometí a donar sangre. Desde entonces lo hago al menos tres veces al año. Creo que llevo ya unos siete litros y espero que sean muchos más. Durante algunos años formé parte de una ONG perteneciente a la Universidad de Sevilla; por diversos "compromisos" laborales he tenido que dejarlo.
Mi compromiso con el medio ambiente va más allá del simple reciclaje de basura: voy a trabajar en bici, siempre que puedo cojo el autobús e intento racionalizar todo lo que puedo el consumo eléctrico en mi casa. Mis amigos y mi familia me tienen siempre que me necesitan y en la casa que comparto con mi pareja hago realidad la tan cacareada igualdad de sexos colaborando en todas las tareas del hogar.
Hace cuatro meses me comprometí contigo laboralmente: 40 horas a la semana por 800 míseros euros netos al mes. Como autónomo, por supuesto: sin vacaciones, sin baja, sin días de asuntos propios, 12 pagas y, como colofón, sin contrato. Y lo estoy cumpliendo con creces. A las condiciones ya estoy acostumbrado: llevo tres años trabajando así en diversos estudios e incluso en un Ayuntamiento. No tengo paro, ni sé lo que es un finiquito. Lo que nunca me había pasado es que, además, me pidieran más "compromiso".
Querido jefe, cuando me pagues un sueldo digno (me conformo con que sea más que lo que cobra un estudiante), me hagas un contrato, me pagues aunque sea dos semanas de vacaciones al año y una extra por Navidad (soñar es gratis), podremos hablar de "compromisos". Mientras tanto, explota y calla.
