_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El déficit es político

La crisis de la deuda, que ya afecta a Francia, solo acabará cuando se cree el Tesoro europeo

Otra grave convulsión financiera está castigando las economías de Italia y España y amenaza con afectar gravemente a la francesa. A pesar del despido de Berlusconi, de la inmediata formación de un Gobierno de Monti en Italia, del cambio de primer ministro en Grecia y de las persistentes declaraciones, como lluvia fina, de destacados representantes económicos europeos sobre el tesón con que España se está aplicando en su política de ajustes, la prima de riesgo italiana volvió a rebasar ayer los 500 puntos básicos durante la jornada y la española se disparó hasta los 455 puntos. El diferencial de Francia saltó hasta los 183 puntos, un nivel que ratifica que ningún país está a salvo de la inestabilidad de los mercados. Angela Merkel pecó de incurable optimismo cuando, al finalizar la cumbre de jefes de Gobierno de octubre, anunció que los responsables políticos de Europa habían dado cumplida respuesta a los problemas de la eurozona.

Más información
La crisis de la deuda golpea ya a 12 de los 17 países de la zona euro

Hay que descartar que la formación de nuevos Gobiernos en Italia y Grecia constituyan per se la solución para el caos financiero del euro. No es un problema de conocimiento o de saberes económicos y técnicos lo que eleva de forma imparable los costes de financiación de Italia, Francia o España, por más que esté claro que Berlusconi y buena parte de sus apoyos partidarios no llegaron a entender que la magnitud del cataclismo económico que se cernía sobre el país invalidaba los trucos políticos, el recurso a los retrasos y las mañas del regateador. De hecho, el problema de la eurozona no es técnico, sino político; es decir, exige iniciativa política antes que sabiduría económica especializada.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Porque todos los diagnósticos están hechos y definidos los tratamientos. Solo es necesario aplicarlos. Los inversores o los mercados, a los que tanto apelan los defensores de Gobiernos fuertes y técnicos, necesitan saber cuál es el marco institucional de las finanzas europeas. Igual que conocen la estabilidad institucional de Estados Unidos, el área de la libra, Japón o Brasil. La única solución política y económica que hará desaparecer la presión sobre Europa es la creación de un Tesoro del euro, como el dólar dispone de la Reserva Federal. Un Tesoro europeo facultado para responder en última instancia de los impagos regionales (al igual que la Fed se hace cargo de absorber la quiebra californiana), con competencias para emitir bonos del euro.

Pero Alemania y los países de su órbita (Austria, Finlandia, Países Bajos) no aceptan esa solución definitiva. Implicaría un coste para sus respectivas deudas. Los inversores no saben, en el caso de Europa, cuál será su arquitectura financiera definitiva y en qué plazo estará construida. Cualquier reestructuración económica o financiera tiene beneficios y costes. Merkel no acepta los costes; no se atreve a llevar la unión europea hasta el final lógico. A cambio, ofrece distracciones vistosas, como el billón para el Fondo de Rescate Europeo o quitas para Grecia. Son remiendos que no resisten una mínima presión especulativa. Después, se lanzan mensajes contradictorios que confunden a los inversores sobre la emisión y compra de bonos, y las tensiones de la deuda nunca acaban de calmarse.

El coste de la indecisión política es inaceptable. España está pagando unos 100 millones de euros diarios por intereses de deuda, debido a una prima de riesgo que no se corresponde con su voluntad de ajuste. El coste de financiación estrangula las disponibilidades presupuestarias. En consecuencia, limita la capacidad de inversión en una etapa en la que es necesaria una reactivación de la economía y, además, obliga a congelar las prestaciones sociales. La ortodoxia férrea de Alemania no es inocua. Cuesta muy cara a España, Italia y los países rescatados. Quizá también afecte a Francia. ¿Será ese el límite, la frontera a partir de la cual Alemania acepte constituir una Reserva Federal europea?

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_