Los desafíos de Livni
A la sucesora de Olmert no le será fácil el camino hasta la jefatura del Gobierno israelí
Para Tzipi Livni, la nueva líder del principal partido gobernante israelí, ha comenzado un enrevesado camino que puede convertirla en primera ministra, si consigue ensamblar un creíble Gobierno de coalición, o conducirla a unas elecciones anticipadas en las que todo estaría por decidir, dada la ventaja del derechista Benjamín Netanyahu en los sondeos. El triunfo de la ministra de Exteriores en las primarias de Kadima para suceder a Ehud Olmert, abrasado políticamente por sus escándalos, se ha producido por un margen tan exiguo sobre su rival Saúl Mofhaz que anticipa marejada en el dividido partido centrista y en el conjunto del volátil entramado político de Israel.
Llegar eventualmente al poder con los votos de menos de 17.000 personas es, en cualquier caso, un lastre de partida. Hacerlo probablemente antes de que en Estados Unidos se produzca la elección del actor protagonista del reparto añade incógnitas a la ecuación política israelí. En su búsqueda de socios estables -tiempo durante el cual el primer ministro Olmert seguirá ejerciendo en funciones- Livni no podrá permitirse el lujo de incomodar a casi nadie y menos que nadie a sus actuales aliados religiosos, lejos de la jefa de Kadima en temas cruciales. Pero tampoco le será fácil, llegado el caso, obtener de un Parlamento fragmentado un mandato claro de negociación con los palestinos de Mahmud Abbas, de cuya profundización dice ser partidaria la ministra de Exteriores, pese a su conocida intransigencia en asuntos como Jerusalén o el retorno de refugiados. La sucesora de Olmert puede verse abocada a renunciar a algunos de sus objetivos diplomáticos en aras de una alianza estable; o, por el contrario, arriesgarse políticamente, comprometiendo la estabilidad de su Gobierno.
Livni sabe que los formidables desafíos que tendría que afrontar como primera ministra hacen de ella una improbable heredera de Golda Meir, como querrían algunos de sus incondicionales. Israel no sólo tiene por delante las empantanadas negociaciones que deberían alumbrar por fin un Estado palestino. En la agenda figuran también cuestiones tan decisivas como el diálogo por la puerta trasera que mantiene con Siria, del que Livni no es una entusiasta, o Irán; la aspirante a la jefatura del Gobierno no descarta llegar a las últimas consecuencias para detener en seco las ambiciones nucleares de los ayatolás. Todo un programa.
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