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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

A la espera de Obama

La expectativa de un cambio de actitud de Estados Unidos desbloquea la Cumbre del Clima

La Cumbre del Clima que se celebra en Poznan (Polonia) ha dado un giro inesperado respecto a las pesimistas expectativas dominantes. En esta cumbre se preparan las propuestas que deberán discutirse y aprobarse en la reunión que se celebrará en Copenhague a finales del año próximo y que habrán de sustituir a los acuerdos de Kioto a partir de 2012. La dificultad principal radicaba en la pugna entre los países más desarrollados, y también más contaminantes, que se resistían a compromisos ambiciosos de reducción de gases de efecto invernadero si los países emergentes muy poblados, como China e India, no aceptaban también ciertos objetivos de reducción.

La respuesta de estos últimos era que son los países desarrollados quienes han creado el problema y aún hoy siguen emitiendo, en términos per cápita, mucho más que los emergentes. El giro inesperado se ha producido con la aceptación por China e India de un compromiso para 2020 que cifra entre un 15% y un 20% de reducción sobre el aumento las emisiones que se producirían en ese periodo de seguir la tendencia actual. Se trata de un objetivo adecuado a países con emisiones per cápita todavía baja y que necesitan crecer económicamente, lo que implicará un mayor consumo de energía. Este cambio de actitud obligará a los países desarrollados más reticentes a aceptar, a su vez, objetivos de reducción neta de sus emisiones respecto del nivel de 1990 en cifras que, en el caso de la UE, se fijan en un 20%.

Este cambio es seguramente un efecto derivado de las expectativas abiertas por la próxima presidencia de Obama, que ha adelantado una política de impulso económico en parte apoyada en el desarrollo de energías alternativas. El siguiente o simultáneo paso, que se decide en buena medida hoy mismo, es que la cumbre de la UE consiga compaginar los intereses no coincidentes de sus 27 socios, con muy diferentes niveles de desarrollo y de necesidades energéticas.

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Pero lo acordado en Poznan da verosimilitud a la idea de que de Copenhague pueda salir el año próximo un conjunto de acuerdos que mejoren sustancialmente los de Kioto y contribuyan a mitigar el cambio climático. No es una tarea fácil. El carbón, que es el combustible fósil que más dióxido de carbono emite por unidad de energía producida, es el componente básico en la generación de electricidad en el mundo; cerca del 50% de la generada en Estados Unidos y más de un 80% de la de China provienen de esta fuente de energía. Y en el sector del transporte, de emisiones dispersas, no se vislumbra una solución a corto plazo.

Las reducciones previstas implican, por tanto, cambios en los procesos industriales, en particular los relacionados con la producción de energía, cuantiosas inversiones, encarecimientos de la energía a corto plazo y modificaciones en nuestros hábitos de vida. De ahí que la fijación de un objetivo de reducción no suponga el fin del trabajo, sino sólo su comienzo.

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