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Columna
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Dónde estamos

Joaquín Estefanía

La mayor parte de las intervenciones que han defendido la reforma de la Constitución para embridar el déficit advirtieron que la situación económica se puede poner peor en general, y para nuestro país, en otoño. Aunque se referían a la posibilidad de que la prima de riesgo suba hasta límites insoportables, no hay que descartar que también el resto de las variables macroeconómicas se modifiquen a la baja. En este sentido, el verano no ha sido bueno.

¿Existe el riesgo de que las cosas se pongan peor, en una nueva fase de esta Gran Recesión tan profunda y tan larga? A juzgar por los datos, las declaraciones y las perspectivas adelantadas por algunos organismos, ese riesgo es muy alto. Por ejemplo, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, decía hace unos días que los próximos siete años (¿por qué siete y no seis ni ocho?) podrían estar marcados por un lento crecimiento de la economía global como consecuencia de los programas de consolidación fiscal, de los cuales el representante germano es un abanderado. En la misma reunión en la que estaba Schäuble junto a 17 premios Nobel de Economía, algunos de ellos -hubo una sonora división de opiniones- refutaron las medidas de austeridad, que son la política económica dominante, como las más convenientes para sacar a la eurozona de las dificultades que padece. Maskin, el galardonado en 2007, afirmó que ese tipo de rigor "solo provocará lo peor (...). El riesgo de aplicar medidas de austeridad demasiado pronto es que paralicen la recuperación, haciendo que el problema del déficit sea aún mayor".

Atención al número de personas sin seguro de paro. Es el primer peldaño de la escalera hacia la pobreza

Ya en concreto sobre España, los datos conocidos en agosto no auguran optimismo. A pesar de la excelente campaña turística (ese sí es un brote verde), ha aumentado el paro, nuestro factor diferencial. Atención al espectacular incremento de quienes están siendo abandonados por el Estado del bienestar al dejar de cobrar el seguro de desempleo porque son parados de larga duración. Este es el primer peldaño de la escalera de la pobreza. Segundo dato malo: la debilidad del consumo privado, ahora ya no compensado por el consumo público que tenderá también a disminuir con los planes de austeridad de los distintos niveles de la Administración. Las ventas al por menor siguen reduciéndose y caen en todos los sectores: alimentación y no alimentación, gasolineras, pequeños y medianos comercios, grandes superficies... La confianza empresarial también disminuye, así como la concesión de créditos hipotecarios (espectacular reducción en un 42% respecto al mismo periodo del año anterior) y, en general, del crédito a empresas y familias.

El tercer mal dato es la coincidencia de los servicios de estudio privados y de los organismos multilaterales en reducir el nivel de crecimiento de la economía española para lo que resta de año y para el ejercicio que viene. Las previsiones del Gobierno casi se dividen por dos, lo que augura más sacrificios (más recortes en la inversión y el gasto si se quiere cumplir la tasa de déficit) y un periodo de estancamiento por delante más extenso de lo que se intuía.

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