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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre el fracaso del catolicismo español

Los lectores católicos de ese diario, que seguramente no somos pocos, hemos puesto en duda esa costumbre al leer el artículo del señor De Toro sobre El fracaso del catolicismo español. Es un texto que, con sus propias palabras, merece mi "desprecio intelectual absoluto" porque está inspirado por un odio casi increíble a la parte cristiana de esa moral que, según dice, le transmitió la Iglesia.

La teoría de que la Iglesia católica está contra la ciudadanía no es ni siquiera nueva; aunque, con los católicos como víctimas, ha llevado a la persecución de todos los discordantes de la creencia oficial, desde la Roma pagana o desde que Enrique VIII asesinó a santo Tomás Moro. Ejemplo más reciente es el de los cristianos perseguidos por Stalin en la URSS y por Mao en la China comunista, donde todavía lo son aquellos católicos que no se pliegan al pseudocatolicismo gubernamental. O lo fueron los mártires de la Guerra Civil que la Iglesia está elevando a los altares.

Lo que el señor De Toro parece no entender es que la mayoría de los ciudadanos españoles nos definimos como católicos, incluidos muchos que no son practicantes regulares; y, por ello, nos parece normal lo que es normal: que nuestra religión sea tratada como la muy mayoritaria en España, en aplicación de concordatos que también respeta, le gusten o no, el actual Gobierno del presidente Rodríguez. No vemos entre fe y ciudadanía esa contradicción que tanto le obsesiona. Y no somos, los católicos, peores ciudadanos que los agnósticos.

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No cabe duda: el catolicismo español ha fracasado; como el portugués. Por ello esas dos lenguas, que bien conoce el señor De Toro, sirven hoy para que recen a Cristo la mayoría de los católicos de este planeta. A él, por desdicha, parece gustarle más "un mundo nuevo... donde la moral pinta muy poco y manda el deseo". Que Dios nos proteja de sus preferencias.

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